La guerra comercial promete un verano volátil en las Bolsas
Los analistas no son pesimistas respecto al desenlace que tendrán las disputas sobre el comercio global, pero creen que su solución no será a corto plazo
Las caídas por la guerra comercial pueden generar oportunidades, pero aún es pronto para aprovecharlas
La era de repliegues nacionalistas en la que nos encontramos se manifiesta en las abominables decisiones de ciertos gobiernos contra la inmigración y, en el terreno económico, en el arranque de la guerra comercial. Ésta ha dado en los últimos días una vuelta de tuerca: Estados Unidos había impuesto aranceles sobre 800 productos chinos que entrarán en vigor el 6 de julio, a continuación sumó tarifas sobre importaciones por valor de 50.000 millones de dólares, y este lunes Donald Trump amenazó con añadir aranceles a bienes chinos por valor de 200.000 millones de dólares. China respondió que, ante la que califica como irracionalidad americana, habrá respuesta tanto cualitativa como cuantitativa.
Los principales banqueros centrales reunidos esta semana en Sintra han lanzado sus advertencias: Mario Draghi (BCE) ha avisado de que las disputas comerciales y el proteccionismo siempre son negativos para la economía y Jerome Powell (Fed) informó de que ya se está observando cómo la guerra comercial, aún incipiente, aún sin medidas de gran calado en vigor, está dañando la confianza, dado que las empresas están retrasando sus decisiones de inversión y de contratación. Desde el mundo corporativo, el miércoles por la noche el fabricante alemán de automóviles Daimler informaba de que ganará menos de lo esperado, afectado por la guerra comercial, aunque no sólo por ella.
Como sintetiza Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, «cualquier cosa que cambie el statu quo comercial pone en riesgo el crecimiento sincronizado y la evolución de la Bolsa». Esta última, de hecho, se ha mostrado muy sensible a las noticias, aunque, por el momento, como señala Marián Fernández, de Andbank, los inversores continúan pensando que esta escalada es retórica y parte de la estrategia de negociación. De hecho, según Marián Fernández, esta guerra acabará en un punto intermedio de acuerdo con el que China cederá y Estados Unidos mejorará su posición comercial con el gigante asiático. Pero Fernández también avisa de que la solución no tendrá lugar en el corto plazo, por lo que las idas y venidas en los mercados y la volatilidad continuarán. Añade que para volver a los mínimos del año en las Bolsas habría que ver que se materializaran medidas con un impacto más significativo.
Próximas semanas movidas
Jiménez-Albarracín cree que no se va a llegar a una guerra comercial abierta, aunque advierte de que hay margen para tener un verano movido en los mercados. Ramón Forcada, de Bankinter, cree que los aranceles de EE.UU. contra China no se van a quedar en los 50.000 millones y los va a seguir aumentando durante el verano. Forcada considera que durante el verano ello va a quedar incorporado a los precios de las acciones («nos queda por pasar unas semanas regulares», afirma) y opina que es una oportunidad de entrada («el contexto invita a comprar cuando las Bolsas caen», añade), sobre todo en EE.UU., ya que en Europa persisten incertidumbres políticas.
Pero también se puede trabajar con la hipótesis de que la dialéctica de Trump tenga que ver con las elecciones de mitad de mandato que tendrán lugar en noviembre: el presidente ha cumplido con la reforma fiscal y ahora se ha puesto con el ‘America First’, idea fuerza de su campaña presidencial. «Una retórica proteccionista estadounidense reforzada no resulta tan sorprendente con las elecciones de mitad de periodo que se realizarán este año», comenta Benjamin Melman, de Edmond de Rothschild AM. Tras los comicios podría relajarse la cuestión, opina Jiménez-Albarracín, y a ello también podría contribuir que China es un gran tenedor de bonos americanos y que justo con Trump la necesidad de emitir nueva deuda es mayor.
Roberto Ruiz-Scholtes, de UBS, menciona, como factores atenuantes del enfrentamiento comercial, que no está siendo una guerra de todos contra todos, sino de EE.UU. contra todos, y también que los productos a los que se fijan los aranceles no son bienes de consumo final, lo que reduce el potencial impacto económico, aunque los efectos sí se transmiten en forma de incertidumbre y desconfianza. Ahora, señala Ruiz-Scholtes, el mercado está pendiente de dónde acabará la disputa y si tocará al sector automovilístico. Con esta incógnita, en su opinión, las primas de riesgo que pesan sobre las acciones van a mantenerse elevadas y los múltiplos continuarán en los niveles a los que han bajado tras las ventas recientes. Las Bolsas, por tanto, según Ruiz-Scholtes, van a seguir atascadas, aunque los beneficios empresariales crezcan y la rentabilidad por dividendo continúe siendo atractiva. En su opinión, aún es pronto para aprovechar los buenos precios.
De la misma opinión es Iván San Félix, de Renta 4, que considera que la situación ahora es demasiado incierta y no descarta que la escalada vaya a ir a más.
Desde Gesconsult, Gonzalo Sánchez cuenta que en su firma hace unas semanas hicieron coberturas sobre el Eurostoxx 50 equivalentes al 20% de sus fondos de renta variable y los mixtos y, pese a que su primer motivo de preocupación, Italia, se ha calmado, se mantienen en esa posición, dado que, como afirma, «nos vamos al verano con muchos frentes abiertos», y con un «imponderable», que es como califica al conflicto comercial. Y también cautelosa es la posición de Edmond de Rothschild AM, aunque aún
estén ligeramente sobreponderados en Bolsa. En todo caso, Ruiz-Scholtes ve a los índices por encima de los niveles actuales a seis o doce meses vista, una vez que se vea que la guerra no es total.
¿Global o bilateral?
Y eso es lo que cree Forcada, que no es una cuestión global, sino bilateral, entre China y EE.UU., porque el segundo quiere mejorar su posición comercial frente al primero, y que a Europa apenas le llegarán aranceles sueltos que no serán importantes. Aunque Hans Bevers, de Degroof Petercam AM, sí observa que las divergencias en los intereses de exportación de los miembros de la UE amenazan con agravar la escalada y hacer más difíciles las negociaciones.
Melman, confiado, concluye que los gestos de los actores «sólo se verán reflejados en un aumento moderado del proteccionismo, es decir, nada que ver con la guerra comercial por la que muchos están preocupados».
François Rimeu, de La Française, tras su análisis empírico sobre la reacción en Bolsa, explica: «Los temores proteccionistas normalmente tienen un impacto de venta masiva en los mercados, al menos cuando se introducen, con escasa visibilidad y expectativas de menor crecimiento. Tales temores normalmente tienden a disiparse a medida que las negociaciones avanzan y las estimaciones muestran un impacto a menudo más débil de lo que los mercados se temían. Aunque el impacto en el mercado sea al final razonablemente modesto en la mayoría de los casos, la fase de vola- tilidad puede durar algún tiempo, de semanas a meses».
Esa volatilidad puede ser diferente según cuáles sean los mercados de los que hablemos. Y una pista la tuvimos el martes, después de la amenaza de los nuevos aranceles de Trump: los mercados asiáticos fueron los que más sufrieron, después, los americanos, y en Europa, el Dax alemán y el Cac 40 de París, los más exportadores.
Para Fernández, Asia, con China a la cabeza, y la zona euro, sobre todo Alemania, son los mercados más vulnerables. JiménezAlbarracín añade que si China y EE.UU. se desaceleran por la guerra comercial, los países que más sufrirán serán los de Asia-Pacífico, como Corea, Taiwan y Singapur, y tanto las compañías como sus divisas. En cambio, ve más fuerte al continente europeo, porque las exportaciones no se han deteriorado incluso con un euro más fuerte. Además, el grueso de las ventas tienen lugar en el espacio económico europeo. Y muchas de las empresas que venden en el exterior, tienen sus centros de producción también fuera.
En cuanto a sectores, Ruiz-Scholtes dice que los más vulnerables son los más cíclicos y los exportadores y añade que mantendría en cuarentena al automovilístico. Y no hay que olvidar que no están sufriendo sólo los fabricantes de coches, sino también los de autopartes, como hemos visto esta semana en Cie Automotive. San Félix añadiría materiales básicos y aceros. Aunque reconoce que es muy difícil acertar en el impacto y en su dimensión: ni siquiera está definido el campo de batalla.
La volatilidad en los mercados puede ser de mayor o menor dimensión dependiendo de qué geografías hablemos