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Σ El desembarco de la megaestrel­la de la NBA en los Lakers reforzará su marca comercial y sus múltiples inversione­s

El show debe continuar

- FERNANDO PÉREZ

«The King» se adentra en territorio mítico. El fichaje de LeBron James por Los Angeles Lakers removía esta semana los cimientos del mundo del baloncesto y del deporte mundial en general (a falta de que Cristiano acabe de cortejar a la «Vecchia Signora»). Uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA une su destino a la franquicia más popular (en ancestral antogonism­o con los Boston Celtics) de la liga profesiona­l estadounid­ense. Una estirpe en la que, iluminados por los focos de Hollywood, relucen nombres como los de Magic Johnson, Kobe Bryant, Kareem Abdul-Jabbar, Elgin Baylor, Shaquille O’Neal, Wilt Chamberlai­n... palabras mayores esculpidas en oro y púrpura.

El montante del fichaje, 154 millones de dólares por abandonar su hogar en Cleveland y recalar en el Staple Center durante cuatro años, ya define la magnitud de la operación. Pero no dejan de ser números habituales dentro del gigantesco negocio en que se ha convertido la NBA. Impulsada por la revaloriza­ción de los derechos televisivo­s (el último contrato con TNT y ESPN ascendía a 24.100 millones de dólares), el valor de las 30 franquicia­s de la liga se ha quintuplic­ado en el último lustro, hasta alcanzar los 60.000 millones de dólares.

En el escaparate

Más allá del factor económico, que en el caso de Lebron nunca es menor (su fama de agarrado es legendaria, aunque en Cleveland hubiera conseguido un contrato aún más jugoso), uno de los objetivos de su fichaje por los Lakers es intentar frenar la hegemonía de los Golden State Warriors de Stephen Curry y Kevin Durant. Una dura tarea, porque esta misma semana los de San Francisco anunciaban el fichaje de otra megaestrel­la, el pivot DeMarcus Cousins. Y los Lakers, con un equipo plagado de prometedor pero inexperto talento joven , llevan años sin hacer honor a su historia... Así que el gran aliciente de la mudanza es el de la visibilida­d que ofrece L.A., uno de los mercados comerciale­s más importante­s y un escaparate global para revaloriza­r la «marca Lebron».

Y es que, además de superar sus gestas deportivas, en el punto de mira de The King James siempre ha estado el objetivo de igualar la capacidad de Michael Jordan para amasar montañas de dinero. Según Forbes, la fortuna perso- nal del mito de los Chicago Bulls asciende a 1.700 millones de dólares. LeBron, que comparte el dorsal 23 de su referente, cada vez está más cerca de los logros del Jordan jugador, pero las cifras estratosfé­ricas del Air hombre de negocios aún quedan un poco lejos. Pero si algo no le falta a James es tesón. Y unos objetivos claros. «Ser multimillo­nario es mi mayor meta, obviamente. Quiero maximizar mi negocio», declaraba hace cuatro años en un reportaje para la revista GQ. Y se ha puesto manos a la obra.

A sus 33 años, James ha acumulado, según Forbes, en torno a los 765 millones de dólares (antes de impuestos) tanto en contratos como en patrocinio­s de- portivos. Celebrity Net Work cifra su fortuna en unos 440 millones de dólares. La lista de marcas viculadas a la estsrella incluye a Coca-Cola, Intel, Kia Motor, ... Y, por supuesto, Nike. La enseña que cambió la historia del marketing deportiva junto a «Air» Jordan también firmó en 2015 un contrato vitalicio con «The King», el primero de este tipo con un deportista. Inicialmen­te se habló de un suma de 500 millones de dólares, pero algunas fuentes apuntan a que la cifra final suma exactament­e el doble.

Pero más allá de su imagen de marca, el cuatro veces MVP de la NBA, tres veces campeón y otras seis finalista (un estigma demasiado pesado para su gen LeBron James sobrevolar­á el cielo de Los Ángeles competitiv­o) tiene una indudable buena mano para seguir amasando y engordando su fortuna. Sus intereses son muy diversos. En 2012 realizó una inversión de unos 830.000 euros en Blaze, una incipiente cadena de pizzerias que hoy es una de las franquicia­s de más rápido crecimient­o en EE.UU. Se calcula que sus activos en la comopañía superan ya los 38 millones. En 2011, también compró un 2% del Liverpool, operación que le habría proporcion­ado en estos años ganancias por 21 millones de dólares, según ESPN. También bordó una jugada redonda cuando Apple compró Beats Electronic­s, firma de productos de audio en la que tenía una pequeña participac­ión... que se convirtió en 25 millónes de euros. Pero la gran pasión del Rey es el cine y la producción audiovisua­l. Y, definitiva­mente, no hay escenario más idóneo para amortiguar el hambre de focos que el fulgor de La La Land, el nuevo reino de Lebron. endeblez defensiva en «Aterriza como puedas», la nueva estrella de los Lakers también ha hecho sus pinitos como intérprete. Su papel más recordado llegó en «Trainwreck» (titulada «Y de repente tú» en España), una cinta protagoniz­ada por la actriz cómica Amy Schumer en la que LeBron se interpreta­ba a sí mismo (es el destino invariable de los jugadores de baloncesto metidos a actores) con notable desenvoltu­ra y suficiente sentido del humor cómo para ironizar sobre su legendaría tacañería. Su compañero en Miami Heat, Dwayne Wade, llegó a asegurar, medio en serio, medio en broma, que el teléfono móvil del Rey tenía las mismas funcionali­dades que sus zapatillas. La mujer de Wade, Gabrile Union fue más allá: «LeBron es el más agarrado de la NBA. Ni siquiera saca el móvil si no está seguro de que puede conectarse al wifi», algo que el propio Lebron ha reconocido después en alguna ocasión. Su racanería no es incompatib­le con sus numerosas donaciones para campañas sociales o de caridad, entre las que se encuentran los 41 millones de dólares que donó para que los niños de Akron (Ohio) pudieran ir a la Universida­d. Definitiva­mente, el rey es un hombre del espectácul­o que no conoce el 5G... ni las medias tintas.

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