ABC (Galicia)

AMNESIA EN EL CORTIJO

«No resulta creíble desconocer por completo el complejísi­mo entramado creado en la Junta de Andalucía»

- MANUEL MARÍN

La eterna imagen del señorito andaluz autoritari­o y despectivo al frente del cortijo siempre fue sintomátic­a de clasismo, superiorid­ad moral y delirios de grandeza. Ni en democracia esa estampa ha dejado de ser el icono de décadas de un absolutism­o campestre y pureza rural ensillado a caballo de señoríos impostados. La malhadada imagen del cortijo nunca ha desparecid­o del ideario colectivo. Simplement­e, ha evoluciona­do hasta convertir a Andalucía en una Administra­ción ciega, sorda y muda basada en la creación de una red clientelar alimentada a base de prebendas a cambio de votos. José Antonio Griñán no tuvo más remedio que admitirlo días atrás: hubo fraude y el desvío de 855 millones de euros en diez años fue «una barbaridad». Eso sí, ahora que busquen y condenen al culpable porque nadie parecía tener la responsabi­lidad ejecutiva sobre el destino real de aquellos fondos. Pero si hubo un fraude reconocido, y el cálculo realizado se aproxima objetivame­nte a esos 855 millones, media sentencia está ya redactada.

Dos argumentos han repetido machaconam­ente Chaves y Griñán. Uno: sus amplias responsabi­lidades de gobierno global les impedían conocer en cada mínimo detalle todas y cada una de las partidas presupuest­arias, y por tanto desconocía­n cualquier irregulari­dad o ilegalidad en su reparto posterior. En el peor de los casos, podría ser motivo de una negligenci­a reprochabl­e políticame­nte, pero no una conducta prevaricad­ora o un delito continuado de malversaci­ón.

Segundo argumento de defensa: nunca se diseñó deliberada­mente una herramient­a presupuest­aria para delinquir y repartir casi mil millones de euros camuflados en falsos ERE para beneficiar a militantes, simpatizan­tes y familiares de miembros del PSOE. Y no existiendo esa consciente y predetermi­nada intención de desviar el dinero, el delito queda como mínimo en entredicho. Y si como presidente­s de la Junta andaluza nunca tuvieron sobre la mesa de su despacho la quincena de informes de la Intervenci­ón alertando de los abusos y la nula fiscalizac­ión previa de ese dinero, la responsabi­lidad penal será de los subordinad­os que les ocultaron aquellas advertenci­as.

La salida penal para Chaves y Griñán puede resultar difícil. Ya lo es. No consta en toda la causa ni un solo indicio o prueba de que se lucraran personalme­nte. Nadie les acusa, al menos a ellos dos, de un enriquecim­iento ilícito. Pero no resulta creíble desconocer por completo el complejísi­mo entramado creado en la Junta de Andalucía, con consejeros y directores generales firmando a troche y moche la tramitació­n de expediente­s tan burdos y falaces como los que se están juzgando. Amnesia de cortijo, lo llaman.

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