La riada del Ebro deja pérdidas multimillonarias
La punta de la crecida del Ebro atravesó ayer la Ribera Baja aragonesa y desde la pasada noche encara el embalse de Mequinenza, la gran presa que neutraliza la riada y evita que alcance al tramo catalán. Este nuevo episodio de inundaciones deja un panorama desolador en el campo, con unas 20.000 hectáreas inundadas, cultivos arrasados en una enorme extensión de terrenos ribereños, e importantes afecciones en explotaciones ganaderas en las que no se pudo evacuar a tiempo a los animales.
Ahora toca echar cuentas de las pérdidas y se evidencia un problema que en los últimos 20 años ha ido a más, porque las inundaciones del Ebro son cada vez más frecuentes. En los pueblos afectados se quejan de que la normativa medioambiental impide limpiezas en profundidad en el Ebro. Eso hace que el cauce vea mermada su capacidad, y cada vez haga falta menos agua para provocar desbordamientos. Lo ocurrido desde 2003 es revelador: ocho episodios de riadas con inundaciones más o menos severas. Las más graves, en 2003, 2015 y la que se ha vivido ahora.
Entre 20103 y 2015, esa cadena de inundaciones del Ebro dejó en Aragón unas pérdidas de más de 250 millones, según las estimaciones de las organizaciones agrarias y el presupuesto destinado para reparar infraestructuras. A esa «factura» se añadirá la que ha dejado la riada de estos últimos días.