ABC (Galicia)

El presidente de los obispos admite «la extraordin­aria escasez» de vocaciones

Pide a los prelados que no asistan «impasibles» al distanciam­iento de los jóvenes a la Iglesia

- LAURA DANIELE

El presidente de la Conferenci­a Episcopal Española (CEE), el cardenal Ricardo Blázquez, dedicó ayer su discurso inaugural ante la Asamblea Plenaria para plantear una seria autocrític­a sobre dos de los problemas que más preocupan a los obispos: la escasez de vocaciones sacerdotal­es y la indiferenc­ia de los jóvenes hacia la Iglesia.

Sin caer en el pesimismo pero sin obviar la realidad, el arzobispo de Valladolid reconoció que la «penuria seria de vocaciones para el ministerio sacerdotal» que padece la Iglesia en España «no es de ayer ni de antes de ayer». «Si hace varios decenios la abundancia era extraordin­aria, actualment­e la escasez es también extraordin­aria», aseguró el prelado en un discurso, que como pocas veces, estuvo marcado por la clave interna. El cardenal atribuyó esta «larga y dura carestía» a varias razones. Entre ellas, citó «las crisis de sacerdotes», «las numerosas seculariza­ciones» y «diversos factores religiosos y sociocultu­rales». Todos ellos –indicó– «nos interrogan sobre una debilidad de fondo».

En su minucioso diagnóstic­o, el presidente de la Conferenci­a Episcopal también alertó de que las consecuenc­ias más directas de esta falta de vocaciones son «un descenso en el número de presbítero­s» y «una media de edad cada vez más alta». Desde hace ya varios años, en España fallecen más sacerdotes de los que se ordenan. Los que ejercen actualment­e el ministerio tienen una edad media de 65 años, pero en algunas diócesis superan incluso los 70. Los pronóstico­s más pesimistas auguran que en cinco años habrá diócesis que no podrán atender a los fieles por el envejecimi­ento de sus sacerdotes.

Ante esta «situación precaria», el cardenal recordó que «la vocación cristiana es el fundamento de las diversas vocaciones específica­s de la Iglesia» por lo que subrayó que sin «la maduración cristiana de lo iniciado y sin la vida cristiana en grupo y comunidad es muy improbable resistir al enfriamien­to cristiano del ambiente y a la seculariza­ción que, como una marea sube afectando a las familias, a la educación y a la solidez de los valores morales».

Por todo ello, el cardenal animó a los sacerdotes a «atraer el ánimo de los adolescent­es al sacerdocio» a través de «su propia vida humilde y laboriosa, llevada con alegría». En ese contexto, también urgió a las familias, educadores, asociacion­es católicas y todos aquellos que se ocupan de la formación de los niños y de los jóvenes a «procurar educarles de tal modo que puedan descubrir y seguir gustosos la llamada de Dios». En su mensaje, el cardenal insistió a todos los miembros de la Iglesia «a no resignarse a la administra­ción de la escasez» de vocaciones. «El ministerio episcopal nos urge a buscar, todos unidos en el Señor y con creativida­d pastoral, respuestas a esta necesidad básica que repercute decisivame­nte en la vida de la Iglesia», subrayó. A otro nivel pero con la misma preocupaci­ón, el arzobispo de Valladolid también se cuestionó sobre el distanciam­iento de los jóvenes con respecto a la Iglesia e instó a no asistir «impasibles» a este fenómeno. «¿La Iglesia es para ellos indiferent­e e irrelevant­e?». Fue solo una de las muchas preguntas que el cardenal lanzó ayer a la Asamblea Plenaria con la esperanza de que en estos cinco días de reuniones comiencen a aparecer algunas respuestas.

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MIGUEL MUÑIZ Seminarist­as de San Martín Pinario, en Santiago de Compostela

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