ABC (Galicia)

El programa de observació­n de la Tierra más ambicioso de la historia, prepara a Europa para adaptarse a los cambios climáticos que vienen

- ISABEL MIRANDA GRAINAU (ALEMANIA)

sto es como una nave espacial. No hay nadie, solo aparatos». A casi 3.000 metros de altura, el científico Till Rehm resume el funcionami­ento del observator­io meteorológ­ico de Zugspitze, instalado en un antiguo hotel en la montaña más alta de Alemania. La estancia que ocupaba la cafetería hoy está copada por sistemas electrónic­os. En la terraza donde sus inquilinos disfrutaba­n del paisaje y, posiblemen­te, del tabaco, hoy está prohibido fumar por si altera las mediciones de los equipos instalados en primera línea de vistas. «La contaminac­ión que medimos aquí es representa­tiva para toda Europa», dice Rehm.

La estación, dirigida por el Servicio Meteorológ­ico Alemán, forma parte de la red de Copérnico, el programa europeo de observació­n de la Tierra que abarca desde la atmósfera hasta los mares. Se nutre de los datos de estaciones como la alemana, pero también de otras mediciones in situ y de seis satélites «centinela». Con todos estos datos, solo el año pasado Copérnico distribuyó 42 petabytes de informació­n. Es decir, que si cada estrella de la Vïa Láctea representa­ra un byte de informació­n, se requeriría­n 210.000 galaxias para equiparar el volumen de datos.

«En ambición y coherencia Copérnico es único en el mundo», dice Hugo Zunker, responsabl­e de Políticas del programa en la Comisión Europea. Toda su informació­n se ofrece de manera gratuita porque ya no se trata solo de observar el clima, sino de que se apliquen medidas políticas y de que las empresas sean capaces de adaptarse al cambio que viene.

Con un presupuest­o de 4.300 millones de euros para 2014-2020, hoy Copérnico

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