Mirando a 2020
la tribuna de la cámara únicamente a su clientela para asegurarse su continuidad al frente del rupturismo, renunciando expresamente a plantear un relato político para el conjunto de la sociedad gallega. El discurso que llevó al Parlamento demuestra que su prioridad es sobrevivir a la moción de censura interna, la enésima, que han planteado contra él los prebostes del sector crítico de la confluencia. Y ese no es el papel que se espera de quien pretende erigirse en líder de la oposición.
Con En Marea y PSdeG desdibujados, ese rol al frente de la oposición venía ejerciéndolo el Bloque, pero esta semana tampoco Ana Pontón ha estado a la altura. Hemos visto a la peor Pontón de los últimos tiempos, enrocada en tópicos deslavazados, lugares comunes insustanciales y las recurrentes soflamas populistas en las que se ahoga la izquierda de este país. El BNG, como el resto de la oposición, ha evidenciado su incapacidad para articular un relato coherente.
Ese es el drama de los tres grupos de la oposición. Los tres salen tocados de este debate. Los tres, por separado y en conjunto, han constatado que hoy por hoy no existe una alternativa política consistente al gobierno de Alberto Núñez Feijóo. Un Feijóo que, en cambio, ha recalcado que su equipo sí tiene un proyecto a largo plazo. El relato que el presidente de la Xunta ha llevado esta semana a la cámara no es el de un líder que tiene pensado retirarse dentro de dos años. Al contrario, lo que parece dejar entrever con su discurso es que podría estar perfilando su candidatura a la reelección.
Este Debate sobre el estado de la Autonomía ha servido de alguna manera para marcar un punto de inflexión en la legislatura. A mitad de mandato, el foco se sitúa ya en 2020. Quedan dos años y unas municipales de aquí a allá y en ese tiempo el tablero político puede cambiar sustancialmente, pero la carrera hacia las próximas autonómicas ya ha comenzado.