El gran Zarra

Hoy se cumplen cien años del nacimiento de Telmo Zarra, el gran goleador de la delantera que en los años cincuenta media España recitaba de corrido: Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. Era tal su capacidad de rematar de cabeza que de él se dijo que era «la mejor cabeza de Europa después de Churchill». Pero, por sentirse vasco y español, fue marginado en su tierra hasta casi el olvido desde hace décadas. Él mismo declaró en los ochenta: «Me han apartado, me han echado a un lado. Es lo que hay».

En fin, un futbolista prodigioso, el mejor delantero español de la historia, pero casi olvidado por sentirse español, un caso tantas veces repetido.

Desde aquí, mi pequeño homenaje. la más mínima oportunidad lo que les nace es la revancha de un tiempo pasado. El odio que anida en algunos corazones, y que es alimentado por acciones como esta, conduce a violar la libertad religiosa que debe imperar en una sociedad madura y respetuosa con las personas que la forman y las leyes que la rigen.

Pero la verdadera cruz, esa que Cristo nos manda abrazar en su Evangelio, no está hecha de piedra. Ni de material alguno. La auténtica cruz, la que paradójicamente nos lleva a la felicidad, es el deseo de aceptar la voluntad divina en nuestro día a día. Una voluntad que, siendo a veces incluso contraria a la nuestra, acogemos desde nuestra libertad individual. Y esta cruz interior, que está al alcance de todos, no habrá quien la pueda derribar.