ABC (Galicia)

«No venir habría sido una rendición»

Pese a las peticiones de las autoridade­s para que se siguieran los actos por televisión, algunos no renunciaro­n a perder la ocasión de apoyar a Biden

- J. ANSORENA WASHINGTON

Las autoridade­s hicieron todo lo posible por convertir Washington en una ciudad desierta, entre la amenaza de ataques a la investidur­a de Joe Biden tras el asalto del Capitolio y las precaucion­es por la pandemia de Covid-19. Se pidió a los seguidores del nuevo presidente que no acudieran a celebrar la jura de su cargo. Incluso la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, rogó a sus vecinos que siguieran la celebració­n desde sus casas. Todos los alrededore­s de los lugares por los que pasó Biden -el Capitolio, la Casa Blanca, las inmediacio­nes del Mall, la catedral de San Mateo Apóstol- han estado cerrados desde hace días, y muchas manzanas a su alrededor, con el tráfico cortado.

Eso no impidió que los más perseveran­tes acudieran hasta Washington, a pesar de todos los obstáculos. Uno de ellos era William Roberts, un empresario de Illinois, que renunció a perderse la ocasión. «No haber venido habría sido una rendición, habría dao la razón a los bárbaros», aseguraba a este periódico a algunas manzanas de la residencia presidenci­al. Como un pincel, con traje, corbata, abrigo de paño, bastón y mascarilla con la bandera de las barras y las estrellas, trató

de conseguir una invitación al acto a través de los legislador­es de su estado. No lo consiguió, pero eso no le impidió venir. «Biden hereda un país muy dividido, pero soy optimista en que conseguirá sanar al país», decía, con un fondo de vallas y guardias nacionales, tras llamar a Donald Trump «el mayor mentiroso del mundo».

En la otra punta ideológica del país, Steward Diamond, de Washington, recibía la investidur­a de Biden en las inmediacio­nes del Capitolio y como la peor noticia posible. «Es un mentiroso de carrera», decía sobre el nuevo presidente. «Nos ha mentido durante cuarenta años y lo va a seguir haciendo». En su opinión, con Biden, la división «va a ir a peor» porque el nuevo presidente «va a desmantela­r las cosas buenas que ha hecho Trump por el país desde el primer día», añadía en referencia a la batería de órdenes ejecutivas -desde reforma migratoria a política medioambie­ntal- que tenía previsto firmar ayer mismo.

Un vecino suyo, Balian Sanders, un adolescent­e hispano, celebraba esas medidas con un banderón con el nombre del nuevo presidente. Él es ciudadano estadounid­ense, pero la reforma migratoria que propone Biden, que propone una vía a la ciudadanía en ocho años para muchos inmigrante­s indocument­ados, «afecta a mis abuelos, a mis tías y va a ayudar mucho a mi comunidad».

Aunque la cantidad de gente que vino a la investidur­a es mínima comparada con otros años, algunos han venido de lejos. Por ejemplo, la pareja formada por Lisa y Alex, que volaron desde San Francisco aunque sabían que no podrían estar cerca de Biden. Sobre la necesidad de unir el país, Alex aseguraba que es un trabajo para el nuevo presidente «pero también para todos nosotros. Tenemos que encontrar la manera de entenderno­s y de trabajar juntos y eso es cosa de todos».

Llegada desde Colorado, Mara Gatwin pedía «que se de una oportunida­d a Joe» para hacer su trabajo. A su lado, Oscar Soto, que viajó desde Texas para celebrar a Kamala Harris, la primera vicepresid­enta del país. «Es histórico», dijo sobre la investidur­a, «pero también triste por la situación en la que estamos», añadía con la voz tapada con una mascarilla con mensaje: «¡Por fin! Señora vicepresid­enta Kamala».

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J. ANSORENA Balian Sanders (con la bandera) y William Roberts
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