El Papa Francisco envía sus condolencias
Los Bomberos del Ayuntamiento trabajaban ayer en el edificio siniestrado
La misma suerte corrieron todos los alumnos del colegio concertado La Salle-La Paloma. La providencia quiso que ningún menor se encontrara a esa hora en el patio del recreo, donde fueron a parar la mayor parte de los cascotes. Según confirmó el mismo centro en un comunicado, todos los niños y personal del colegio resultaron ilesos.
Vecinos a la intemperie
Numerosos vecinos se vieron obligados a abandonar sus casas a la espera de que estas fueran inspeccionadas para evaluar los posibles daños provocados por la onda expansiva. A media tarde, Jesús Sanz esperaba noticias a pocos metros del lugar elegido para levantar el hospital de campaña. Su perra Leia fue la única que aguantó en el cuarto piso del número situado justo enfrente del inmueble parroquial. «Me ha dicho el portero que los bomberos están mirando los pisos para ver si hay daños estructurales», remarcaba, con la esperanza al menos de poder dormir en casa. «Aunque sea, que nos dejen pasar para coger algunas cosas y poder rescatar al animal».
Otros, en cambio, aguardaban con impaciencia un posible desalojo. «Está
En un telegrama enviado al cardenal Carlos Osoro al conocer «la dolorosa noticia de la grave explosión ocurrida en un edificio de la calle Toledo en Madrid», el Papa Francisco, pidiendo la intersección de la Almudena, hizo llegar al arzobispo, «al clero y a todos los hijos de ese amado pueblo, su cercanía y afecto en estos duros momentos». El cardenal secretario de Estado, que ha transmitido la condolencia al cardenal Osoro, añade que el Santo Padre «eleva oraciones al Señor y encomienda muy especialmente a su misericordia el eterno descanso de las víctimas, así como a los heridos y a sus familias». todo lleno de escombros. He salido de casa y ahora la Policía no me deja regresar. En el patio de mi edificio se ha caído una malla de protección. No han estallado las ventanas, pero sé de gente que le han reventado las lunas de su coche», señalaba Ana Belén. La lluvia, intermitente toda la tarde, obligó a los moradores a resguardarse debajo de cualquier saliente. «Los bares están más llenos que nunca», apuntaba otro vecino al cobijo de la célebre churrería Muñiz en la calle de Calatrava.
En la esquina con Humilladero, los guías caninos de la Policía Nacional regresaban cubiertos de polvo –hecho barro por la lluvia– tras inspeccionar el edificio, declarado ayer mismo ruina inminente. Los trabajos para su desmontaje comenzarán hoy. La banda sonora, entre el silencio que precede a las tragedias, fue la de los martillos neumáticos y la maquinaria que trabaja en el edificio. En la parroquia coexisten actualmente 18 comunidades de entre treinta y cuarenta personas cada una. «Es un bloque entero, donde nos reunimos en diferentes salas y en días alternos», resumía una feligresa, visiblemente afectada. Dentro del inmueble también había varias viviendas para sacerdotes, un centro de Caritas y otro destinado a ayudar a niños en situación de vulnerabilidad.
Decenas de vecinos, periodistas y curiosos se concentraron en las calles adyacentes, cerradas al paso durante toda la tarde. El Samur Social dispuso anoche veinte habitaciones de hotel para los vecinos de la zona afectados que no pudieran pernoctar en sus casas.