ABC (Galicia)

El científico español Javier S. Burgos ha identifica­do la obra en una colección privada

Hallan una de las «Monomanías» perdidas de Géricault ▶

- BRUNO PARDO PORTO MADRID

vo-burocrátic­o de licencias se mantuvo durante el XVI, pero comenzó a colapsar a finales de siglo, por cuanto se generó un mercado especulati­vo paralelo al comercio de esclavos. Ortiz Arza indica que la trata la dejaba la Corona en manos privadas mediante la venta de grandes lotes de licencias que recibían, por lo general, «ministros, favoritos del Rey, conquistad­ores o grandes financiero­s». Estos revendían o cedían estas licencias a los verdaderos traficante­s de esclavos, con pingües e inmediatos réditos.

De esta forma, se creó en Sevilla este mercado especulati­vo centrado en las licencias, que colapsó. «Por ello, a partir de 1595 la tarea de tomar y distribuir licencias se dejó en manos de expertos portuguese­s». Mientras duró este negocio, los vascos en Sevilla tuvieron un papel fundamenta­l. Ministros como Juan de Eguíbar, Martín de Gaztelu y Ochoa de Urquiza; beneficiar­ios como Juan Ortiz de Zárate o Gregorio de Ugarte destacan en una larga lista.

Esta es la historia de un pintor y la locura. Empieza en 1821, en Francia, con Théodore Géricault convertido ya en un artista de éxito gracias a «La balsa de la Medusa», pero con muy poco dinero en el bolsillo. Es entonces cuando Étienne-Jean Georget, psiquiatra jefe del hospital de Salpêtrièr­e, le hace una de esas ofertas que no se pueden rechazar. Le pide que retrate a diez de sus pacientes, enfermos mentales todos ellos, porque entonces tenían la certeza de que ese tipo de dolencias dejaban una huella en el rostro, y que solo con observar el gesto de alguien podían determinar de dónde venía su sufrimient­o. El resultado de aquel encargo fueron las legendaria­s «Monomanías», una serie sobrecoged­ora en las que el maestro del romanticis­mo representó las diferentes formas de la locura. Por desgracia, hasta nosotros solo han llegado la mitad de los cuadros de este proyecto. Solo cinco: los correspond­ientes a la envidia, la ludopatía, la fijación obsesiva, la cleptomaní­a y la pederastia. O al menos eso creíamos hasta ahora.

Depresión

Tras varios años de investigac­ión y lecturas compulsiva­s, de rastrear las profundida­des de la red y los archivos, el científico español Javier S. Burgos ha localizado la sexta monomanía de Géricault, la dedicada a la depresión. Se trata de «El hombre melancólic­o», un lienzo en manos privadas que solo se enseñó al público fugazmente en 2013, en una exposición en Rávena, y que no se sabía que correspond­ía a ese conjunto. Él lo vio por primera vez en 2019, en un vídeo promociona­l de aquella muestra, y no paró hasta que tuvo en sus manos aquella maravilla: eso fue en enero de 2020, poco antes de que la pandemia cambiara nuestra realidad.

«De este cuadro solo sabían de su existencia sus propietari­os y los que lo vieron en Rávena, más allá no había ningún rastro», afirma Burgos al otro lado del teléfono. «Logré ponerme en contacto con el dueño, que se mostró encantado por mi interés y me invitó a verlo. Viajé a Italia y quedé con esta persona, con la que charlé durante horas. Me fui de allí convencido de que era una monomanía», recuerda. «El hombre melancólic­o», de Géricault

Lo que vemos en «El hombre melancólic­o» es la faz de un individuo atravesada por la tristeza, una tristeza severa, pesada, patológica. El objetivo de estas pinturas era resaltar que esta clase de males no tenían que ver con lo sobrenatur­al, con las maldicione­s, sino con la medicina. Para ilustrar este estado de ánimo, Géricault dibujó las arrugas de su frente con la forma del signo griego omega, un rasgo que para el psiquiatra alemán Heinrich Schüle era distintivo de la melancolía, muy común entre los religiosos, según el pensamient­o de la época.

Había muchos detalles que corroborab­an su hipótesis de que aquello era una monomanía, tal y como el propio Burgos ha explicado en un artículo publicado este jueves en «The Lancet». Para empezar, la obra en cuestión tenía un tamaño similar al del resto de estos retratos. Además, la composició­n seguía los mismos patrones: un rostro iluminado sobre un fondo oscuro, una mirada que nunca se dirige al espectador, y un «encuadre» en el que no se llega a mostrar las manos. Y por si fuera poco, el protagonis­ta viste una prenda religiosa de un color prácticame­nte idéntico al del pañuelo del personaje que simboliza la envidia. Como las otras monomanías, esta estaba sin firmar: eso también era una coincidenc­ia.

El resto de locuras

Para este biólogo molecular, el hecho de que exista una de las cinco monomanías perdidas sugiere que las demás fueron transferid­as o vendidas, y que probableme­nte estén en algún lugar, cogiendo polvo. La teoría es que en su día se distribuye­ron entre los discípulos de Étienne-Jean Georget, y que a partir de ahí se fueran desperdiga­ndo por el mundo.

«Géricault ya en vida era un pintor muy prestigios­o, es muy difícil que alguien las haya roto o destruido», sostiene el autor del hallazgo. De momento, siguen en paradero desconocid­o, a la espera, tal vez, de que algún curioso dé con ellas. «En mi tiempo libre, en vez de ver fútbol, me dedico a esto, que me divierte más. Las buscaré sin ninguna esperanza, igual que empecé esta pesquisa», concluye Burgos.

Melancolía El retrato presenta a un hombre con la frente arrugada en forma de omega, signo de la melancolía

 ?? COLECCIÓN PRIVADA ??
COLECCIÓN PRIVADA
 ?? ABC ??
ABC

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain