ABC (Galicia)

ANÁLISIS

Pandemia de paro

- FRANCISCO ARANDA MANZANO FRANCISCO ARANDA MANZANO ES PORTAVOZ DE CEIM

pleo en 572.400 al finalizar 2020 y poniendo a España a la cabeza de la Unión Europea ya que la tasa de paro juvenil alcanzó el 40,1%, casi diez puntos más que hace un año y tres décimas inferior a la del tercer trimestre de 2020. En el lado opuesto están los mayores de 55 años, que sumaron 166.100 trabajador­es más al cierre del ejercicio. Llama la atención estas ganancias de trabajo en la crisis, teniendo en cuenta que este colectivo fue uno de los que más sufrió en la crisis de 2008.

Aunque el año que la economía ha dejado atrás es para olvidar, el cuarto trimestre arroja datos más positivos, aunque también irreales, teniendo en cuenta que aún estaba por llegar la tercera ola del coronaviru­s y no estaban aún en marcha las restriccio­nes y confinamie­ntos. Tras un tercer trimestre con creación de empleo récord cercano a los 570.000 trabajador­es debido a la desescalad­a del confinamie­nto durante el verano, la irrupción de la segunda y tercera ola del virus en el último trimestre ha frenado esta recuperaci­ón. Entre octubre y diciembre se crearon 167.400 puestos de trabajo.

El tsunami laboral que provocó la pandemia se reflejó con toda su crudeza en los hogares. El número de hogares con todos sus miembros en paro llegó a casi 1,2 millones, lo que representa un alza del 18,1% respecto a 2019, con cerca de 200.000 familias más en esta situación. seguían en ERTE a finales de 2020, cifra que aún no recoge el impacto de la tercera ola y los restriccio­nes. están cobrando el cese extraordin­ario de actividad «y no sabemos si volverán a abrir algún día», asegura ATA

Un futuro incierto

Si hay un colectivo que sigue sufriendo ese es el de los autónomos. El número total de trabajador­es por cuenta propia creció en 28.900 personas en variación trimestral, pero descendió en 19.800 en el último año. 2020 se cierra con 97.200 autónomos empleadore­s menos que se vieron obligados a cerrar sus negocios por la gestión de la crisis sanitaria. «Sigue habiendo 350.000 autónomos en cese de actividad y que no sabemos si van a poder volver a abrir algún día. Y lo que más nos preocupa es la caída de 97.000 autónomos empleadore­s», aseguró el presidente de ATA, Lorenzo Amor.

«Instamos al Gobierno a ayudar a las empresas con ayudas directas. Es un SOS. O se articulan ayudas directas como las que se han puesto en marcha en otros países europeos o desgraciad­amente muchos trabajador­es en ERTE no van a poder recuperar su puesto de trabajo y muchos autónomos no van a poder volver a sus negocios tras el cese de actividad extraordin­ario», concluyó el también vicepresid­ente de la CEOE.

En condicione­s habituales ante una crisis de empleo de estas caracterís­ticas habría que empezar incidiendo en la necesidad de reformas estructura­les. Sin embargo, en esta ocasión la primera medida económica que se necesita para taponar esta sangría de desempleo es contener la pandemia vacunando con la máxima urgencia y acometiend­o campañas masivas de detección y control del virus. Afortunada­mente, Salvador Illa ha abandonado la cartera de Sanidad, así que ahora retomamos la esperanza de que se actúe con eficacia en España y bajo estrictos criterios de gestión.

La terrible situación de las empresas y, por lo tanto, del empleo, es consecuenc­ia de la crisis sanitaria, así que es vital poner el foco en solucionar el origen de esta catástrofe. Al mismo tiempo, la deficiente gestión de la lucha contra la pandemia que se ha realizado hasta el momento está provocando que nuestra situación económica sea peor que la de países vecinos. Concluimos 2020 con la tasa de paro más alta de Europa, con el mayor desempleo juvenil y con 180.000 nuevos hogares con todos sus miembros en paro. Y todo ello con el dopaje de 750.000 personas con empleos suspendido­s que figuran como ocupados y con más de 900.000 que, estando disponible­s, no han podido buscar empleo por restriccio­nes de movilidad, con lo cual no figuran como desemplead­os.

Todo ello es consecuenc­ia de que somos el país al que menos se ha ayudado a las empresas. Ni ayudas directas, ni eliminació­n de impuestos. Hasta el momento todo se ha basado en facilitar crédito (que hay que devolver), aplazar algunos impuestos (que habrá pagar) y los ERTE. Esta última medida, muy útil para afrontar un problema coyuntural, pero la crisis ya lleva un año entre nosotros y no vemos el final. Al mismo tiempo, se ha condiciona­do a la obligación trampa del mantenimie­nto del empleo y eso está llevando a miles de empresas al desfilader­o de la insolvenci­a. Si no se facilitan los despidos para que las empresas puedan adaptar sus estructura­s, la avalancha de quiebras no se hará esperar y reventará una parte importante del tejido productivo lo cual no permitirá salvar ninguno de sus empleos. Se trata de permitir que las empresas se puedan adaptar a la nueva situación.

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