300.000 deberán elegir entre China o Canadá
China no admite la doble nacionalidad y ya está imponiéndole este principio a Hong Kong, una ciudad cosmopolita y multiétnica donde vive gente del mundo. Estadísticamente, una de las nacionalidades más numerosas son los canadienses, de los que hay unos 300.000. Pero las autoridades solo reconocen 16.500 porque la mayoría son hongkoneses que emigraron antes de la devolución a China en 1997 y luego, tras obtener la ciudadanía canadiense, regresaron. Ahora tendrán que elegir entre ser canadienses o hongkoneses, es decir, chinos. Al igual que ocurre con el Reino Unido, las relaciones entre ambos países se han deteriorado. 1.392, en octubre ascendieron a 33.501 tras varios meses de agitación social, recoge el periódico «South China Morning Post». Para los próximos cinco años, Londres calcula que entre 320.000 y un millón de hongkoneses podrían emigrar para huir del control cada vez mayor del régimen de Pekín. Si así ocurriera, sería una vergüenza nacional para la China del desarrollo y la prosperidad que pregona el presidente Xi Jinping.
Para evitar «perder la cara» de esa manera, Pekín advierte a los hongkoneses de que «serían británicos de segunda», como ha dicho el portavoz de Exteriores, Zhao Lijiang, e intenta poner todas las trabas posibles. La última ha sido no reconocer el pasaporte BNO como documento de viaje de los hongkoneses, que además tienen el suyo propio distinto al de China continental. «China no lo reconocerá y nos reservamos el derecho a tomar más medidas», anunció en su comparecencia diaria Zhao Lijiang, informa el SCMP.
Con su virulencia habitual, criticó que «despreciando la postura solemne de China y el hecho de que hace 24 años que Hong Kong volvió a la madre patria, la parte británica ha violado flagrantemente su compromiso, formulando la llamada política de residencia y ciudadanía “a medida” para los portadores de pasaportes BNO». En opinión de Zhao, «el movimiento del Reino Unido viola gravemente la soberanía de China, interfiere en los asuntos internos de Hong Kong y va en contra de la ley internacional y las normas diplomáticas básicas».
Primer paso
Esa es la misma acusación que, desde hace varios años, viene haciendo Londres, que denuncia la violación por parte de China de la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1984 que acordó el traspaso de Hong Kong. Mediante dicho acuerdo bajo el principio de «un país, dos sistemas», la ciudad mantendría un «alto nivel de autonomía» hasta 2047. Pero sus libertades, mayores que en el continente, se han visto erosionadas últimamente hasta el punto de que podría haber un éxodo como en los años previos a 1997.
De momento, la amenaza sobre los británicos de ultramar es más simbólica que real porque los hongkoneses suelen viajar con su propio pasaporte. Pero Pekín podría presionar a otros países para que tampoco lo reconozcan. Hasta ahora, la añoranza de la época colonial solo la manifestaban un puñado de nostálgicos que ondeaban la Union Jack en las protestas y aniversarios de la devolución. Pero, como se ve tras la imposición de la draconiana Ley de Seguridad Nacional, que pena prácticamente toda oposición política, los días del Hong Kong libre están contados y muchos ya piensan en emigrar al Reino Unido, Canadá, Australia, Estados Unidos o Taiwán. Para otros será, sencillamente, el exilio.