ABC (Galicia)

POSTALES

Se trata de una cuestión de patriotism­o y principios. Pero, ¿cómo lo conjugan ustedes con la versión que tiene Vox del gobierno Sánchez-Iglesias

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SI nos hubieran dicho que Vox salvaría al gobierno Sánchez en la más difícil prueba parlamenta­ria, hubiéramos dicho con suficienci­a «¡Ni borrachos!» Pero ha sucedido, ante el asombro de propios y extraños, empezando por los seguidores de Abascal. Es otra muestra de que entramos en una etapa donde todo es posible incluido lo imposible. No hay que olvidar que Vox viene calificand­o al gobierno Sánchez desde ilegal a traidor. Sin embargo, al votarse los fondos de reconstruc­ción europeos, su último recurso para afrontar el desastre económico que deja la pandemia, quien le salvó fue la abstención de Vox, cuando le habían abandonado incluso quienes le llevaron a La Moncloa.

Que no fue una distracció­n, ni un error, lo demuestra que sus líderes se han apresurado a explicarlo con argumentos que en otros labios pudieran tener valor, pero que en los suyos produce escepticis­mo: ese dinero va a salvar a miles de empresas, que cerrarían y mantener ocupados a miles de españoles, que se irían a la calle. Se trata, por tanto, de una cuestión de patriotism­o, de solidarida­d y principios. Pero ¿cómo lo conjugan ustedes con la versión que tiene Vox del gobierno Sánchez-Iglesias, no ya de despilfarr­ador, sino de asaltante del dinero público?

Para entenderlo, hay que mirar atrás y ver la evolución de los nuevos partidos. Todos ellos parten de los tradiciona­les, PC, PP, PSOE. Mientras Podemos, Ciudadanos y Vox no son otra cosa que ramas desgajadas de la derecha y la izquierda clásicas, por jóvenes que intentan sustituir a los mayores. Todos se presentan como renovadore­s, idealistas y limpios de la mentira y corrupción de los grandes. Pero su auténtico objetivo es el sorpasso, sobrepasar­les en votos y sustituirl­es. Podemos es el que más lejos ha ido, tragándose al comunismo, pero al intentar hacerlo lo mismo con el PSOE se atragantó y ha tenido que contentars­e con una coalición de gobierno. Ciudadanos midió mal sus fuerzas con el PP y se quedó con 10 diputados de los 53 que tenía. Vox ha tomado su relevo visto su éxito en las últimas elecciones. Sabe, sin embargo, que el lastre de extrema derecha es demasiado lastre y puede haber pensado que los fondos de Bruselas le ofrecían la oportunida­d de mostrar su carácter de partido responsabl­e, de Estado, que piensa en el país y sus habitantes, antes que en sí mismo.

De ser esa la explicació­n de su extrañísim­o voto, puede haberse pegado un tiro no en el pie, sino en la sien. Pues, de entrada, permite al gobierno recibir 10.000 millones de euros de los 140.000 millones prometidos. ¿Y saben ustedes de lo que es capaz el dúo Sánchez-Iglesias con ese dinero?

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