DEL TERRORISMO
sus fines no eran de «interés general» y ABC abrió una suscripción pública que recaudó 500 millones que fueron entregados a esta organización. «Hasta entonces todo había sido frustración, soledad y tesón», pero gracias a ese vuelco se logró dinero para abordar una aspiración clave: tener abogados para personarse en los juicios contra los terroristas. Se emprendía la lucha en lo judicial, que era tanto como la lucha contra la impunidad tan presente en el ideario de Vidal-Abarca.
Incómodos
Enumerar las victorias, particularmente las calladas, las de letra pequeña, que la AVT ha alcanzado en estas cuatro décadas frente a la indiferencia y la imposición del totalitarismo sería oceánico. Las conquistas en el reconocimiento y dignificación de los que han sufrido el terrorismo se condensan en lo político en dos leyes, la de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo de 1999 y la de Víctimas del Terrorismo de 2011. En lo social, la concienciación ha cristalizado una y otra vez en multitudinarias manifestaciones de solidaridad. La que en 1997 salió a la calle tras el crimen del concejal del PP Miguel Ángel Blanco está en la retina de todos.
Lejos de declararse cumplida, la misión de la AVT ha mutado, desgraciadamente no en búsqueda de objetivos más asequibles de los que inspiraron su creación. Paradójicamente, en pleno 2021, la misma asociación que nació para hacer visibles a las víctimas batalla todos los días por impedir el proceso inverso: «Que volvamos a ser invisibles otra vez». Lo dice la actual presidenta de la organización, Maite Araluce. «Somos incómodos, se nos quiere callar y ocultar porque si desaparecemos, la reivindicación de Memoria, Dignidad y Justicia piensan que no tendrán que satisfacerla: la Justicia pasaría a ser del pasado, la Memoria a ser venganza, la Verdad, olvido y la Dignidad pasaría a ser humillación».
Combate hoy la AVT el blanqueo de los terroristas, la normalización de sus herederos de Bildu, que se traduce en homenajes a los pistoleros que nadie frena, en acercamientos semanales de presos. Se anuncian todos los «viernes de dolores», lamenta Araluce, y especialmente que se esté trasladando a etarras condenados por matar. Esa «línea roja» que prometió no traspasar Pedro Sánchez, el mismo que llama a los etarras encarcelados «presos vascos». Planea el temor a una amnistía. «No los quieren cerca, los quieren libres», avisa la presidenta.
Sánchez no ha recibido a la AVT.
Por encima, hay algo que permanece: la «función asistencial del día a día a las víctimas como prioridad», financiada gracias a subvenciones institucionales y a aportaciones privadas. Profundiza en la atención psicológica o legal, pero también aparece 40 años después asombrosamente conectada al origen de la asociación. Más en tiempos de pandemia. «Estamos dando vales del supermercado a víctimas», informa Maite Araluce. Imprescindibles como desde 1981.
El día a día Como en 1981, ayudan en lo más básico. «Estamos dando vales del supermercado», dice la presidenta