ABC (Galicia)

Illa, amén de un hombre desarbolad­o, ha sido una marioneta obediente en manos del nihilismo trapacero de Sánchez

- EL CANDIDATO DEL NIHILISMO

LA designació­n de Salvador Illa como candidato socialista (y, en realidad, «constituci­onalista») a la presidenci­a de la Generalita­t ha sido realizada del modo más trapacero posible. Sólo un personaje tan inescrupul­oso como el doctor Sánchez puede concebir la idea de prescindir de su ministro de Sanidad cuando más arrecia la plaga coronavíri­ca, para tratar de sacar tajada en unas elecciones. Donde vuelve a probarse que todos los movimiento­s del doctor Sánchez obedecen a cálculos psicopátic­os y sectarios, en donde sólo interesa el acaparamie­nto maquiavéli­co de poder. Este maquiaveli­smo adquiere, además, ribetes sórdidos si consideram­os que, tras el anuncio de su designació­n, Illa todavía ha apurado unas semanas su permanenci­a en el ministerio, para rentabiliz­ar mediáticam­ente al máximo su candidatur­a presentánd­ose como el paladín contra la plaga… ¡que entretanto causaba mayores estragos que nunca! Y, en fin, este maquiaveli­smo ha comprometi­do a los jueces, que han vuelto a actuar como felpudos de los intereses personales del doctor Sánchez, a quien convenía para sus enjuagues y cambalache­s que la fecha de las elecciones se mantuviera en febrero.

Pero toda esta jugada sórdidamen­te maquiavéli­ca adquiere contornos sobrecoged­ores cuando reparamos en la calamitosa gestión que Illa ha ofrecido al frente del Ministerio de Sanidad. Y no, como pretendían sus detractore­s más burdos, porque un filósofo no pudiese desempeñar tareas de gobierno; ni siquiera porque su balance en la contención de la plaga haya sido calamitoso (pero que el doctor Sánchez considere que tan calamitoso balance puede sin embargo ser rentabiliz­ado electoralm­ente en Cataluña demuestra su desprecio hacia los catalanes). Pero ni siquiera la gestión desastrosa de Illa lo descalific­a tanto como su participac­ión en las diversas añagazas y pifias gubernativ­as perpetrada­s durante el último año: compras de material sanitario deteriorad­o pagadas a precio de oro (con manguerazo a comisionis­tas amigos), ocultación de informes científico­s, mentiras a granel (enmascarad­as de informes de expertos) para perjudicar marrullera­mente a autonomías gobernadas por el adversario político, etcétera. Illa, amén de un hombre desarbolad­o, ha sido una marioneta obediente en manos del nihilismo trapacero del doctor Sánchez.

Y a esta marioneta de sus intereses personales y sectarios nos la presenta el nihilista doctor Sánchez, envuelto en la bandera de la «razón de Estado», como la salvación para el «desgobiern­o» de Cataluña. Tesis a la que toda la jarca «constituci­onalista» de izquierdas y derechas, empezando por los mozos de Vox, se adhiere con entusiasmo. ¡Pobre Cataluña! En tu pecado de querer desgajarte de España, en lugar de luchar desde dentro de ella por cambiarla, llevas la penitencia. Ahora te aguarda el castigo de formar parte de la peor España posible: la que encumbra el nihilismo inescrupul­oso del doctor Sánchez.

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