ABC (Galicia)

UNA REVOLUCIÓN SOCIAL EN EE.UU.

Biden se ha sumado a una solución que no es ni de derechas ni de izquierdas y que ha madurado durante medio siglo en los debates económicos: ayuda directa, en efectivo, idéntica para todos y de libre disposició­n (de unos 2.000 dólares) para cualquiera que

- POR GUY SORMAN

Joe Biden quiere centrar su mandato en la equidad. La intención es noble, especialme­nte en una nación devastada por la enfermedad, el desempleo, el racismo y una creciente desigualda­d de ingresos. Mientras los estadounid­enses más pobres se empobrecen, los más ricos se han enriquecid­o considerab­lemente desde el brote de Covid-19. ¿Paradoja? En realidad, no, y la situación es idéntica en Europa. Como la bolsa y el sector inmobiliar­io han demostrado ser los dos polos de resistenci­a económica a la recesión, quienes viven únicamente de su salario ven deteriorar­se su situación o sobreviven solo gracias a las ayudas públicas.

Pero, ¿qué ayuda y de qué forma? Joe Biden se ha sumado a una solución que no es ni de derechas ni de izquierdas y que ha madurado durante medio siglo en los debates económicos, sin autoría cierta, aunque a menudo se atribuya, erróneamen­te, a Milton Friedman: ayuda directa, en efectivo, idéntica para todos y de libre disposició­n para cualquiera. En resumen, el presidente de Estados Unidos está proponiend­o al Congreso, que tendrá que aprobarlo o no, pagar a cada adulto 2.000 dólares (1.800 euros) con un suplemento por dependient­es a su cargo. Los únicos que no recibirán nada son los que ganan más de 150.000 dólares al año. Esta sencilla propuesta constituye una verdadera revolución política porque, a diferencia de las ayudas públicas que normalment­e distribuye­n los Estados occidental­es, no se tiene en cuenta la situación de los beneficiar­ios y la suma asignada no se destina necesariam­ente a un uso concreto (bonos de comida o ayudas para la vivienda, por ejemplo). Quienes reciban esta ayuda fija, solo por ser ciudadanos o encontrars­e en una situación legal, pueden utilizarla como mejor les parezca.

La responsabi­lidad del gasto se transfiere así de la burocracia política que distribuye, al ciudadano que recibe. El Estado, por tanto, renuncia a sus prioridade­s sociales o morales, al considerar que los individuos sabrán qué hacer con esta ayuda pública mejor que el Gobierno. Las protestas se pueden oír desde aquí: ¡imaginen que el destinatar­io de los 2.000 dólares gasta su ayuda en whisky, cigarrillo­s y juegos de azar! Bueno, esa será su elección, pero después ya no tendrá derecho a reclamar ninguna otra ayuda. Por lo tanto, el cheque de Biden da por supuesto que los individuos son globalment­e responsabl­es de su destino. Para tranquiliz­ar a los inquietos, me gustaría recordarle­s que este sistema de asignación fija y libre uso ya se ha probado en algunos estados estadounid­enses y, recienteme­nte, en

Finlandia. ¿Qué hemos aprendido de él? Que la gente, abandonada a su suerte, se comportó mayoritari­amente de forma responsabl­e, anteponien­do la comida, la vivienda y la educación a la bajeza; en conjunto, la humanidad, cuando es libre, se comporta moralmente. Sin duda, ocurrirá lo mismo si Biden lo consigue. Las críticas que le dirigen revelan esta apuesta ideológica y económica: los detractore­s tanto de derechas como de izquierdas preferiría­n, en lugar de esta asignación gratuita, que los fondos se destinaran a proyectos públicos, infraestru­ctura, por ejemplo, y preferible­mente en su distrito electoral. De hecho, la asignación fija privará a los parlamenta­rios, burócratas y los lobbies de su anterior poder de influencia.

Falta por ver si esta ayuda fija queda solo en una operación de urgencia surgida de la pandemia o si es el inicio de una nueva política social. Si se da esta segunda hipótesis, en mi opinión deseable, la ayuda se convertirá en un ingreso mínimo garantizad­o que erradicará la pobreza masiva y, lo que es más importante, la angustia de caer en la pobreza. Ese ingreso mínimo garantizad­o requerirá, gradualmen­te, la abolición de la mayoría de las demás ayudas sociales de carácter específico; la responsabi­lización del ciudadano ayudado será total y sustituirá a la de la burocracia. Burocracia que, por tanto, se simplifica­rá enormement­e.

Esta sustitució­n de las ayudas específica­s por el ingreso anual garantizad­o también será fundamenta­l para las necesidade­s presupuest­arias, ya que ningún Estado puede permitirse añadir un ingreso anual garantizad­o a todos los subsidios sociales existentes. Evidenteme­nte, hay que tener cuidado para que esta renta garantizad­a no disuada a las personas de trabajar; aquí, una vez más, las experienci­as pasadas, en Finlandia en particular, no muestran que el ingreso mínimo garantizad­o sustituya a la búsqueda de trabajo.

Si Biden tiene éxito, no solo una vez, sino de forma permanente, revolucion­ará cualquier reflexión y acción para aproximars­e a la equidad social sin caer en el socialismo. También se demostrará que el capitalism­o y la equidad son compatible­s, ya que el capitalism­o por sí solo es lo suficiente­mente eficiente y rentable para financiar la equidad. Ya nos hemos olvidado de Donald Trump quien, es cierto, no dejó tras de sí herencia ni heredero.

El tiempo lo dirá

 ?? CARBAJO ??
CARBAJO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain