Toreo de salón en Wuhan
Hace ahora un año que la Organización Mundial de la Salud declaraba la emergencia sanitaria global. Fue portada de ABC. Con sus sempiternos pies de plomo, tan desesperadamente cadenciosa en sus decisiones, la OMS comenzaba a dar la alarma por la que al mundo se le venía encima desde un mercado de China. Unos días después, con contagios ya en dos docenas de países y un caso en España, Fernando Simón pronunció la famosa frase que ha quedado tatuada para siempre en el ánimo devastado de los españoles al asegurar que él, Illa, y seguramente ese guadiana de comité de expertos que aparecen y desaparecen en el ministerio, apenas esperaban «un par de casos diagnosticados en España». Un año después del desastroso vaticinio vamos camino de los 90.000 muertos y de los tres millones de contagios confirmados cuando atravesamos la tercera ola de aquel bichito que no nos iba ni hacer cosquillas aquí y al que Sánchez dijo haber derrotado hace siete meses. Nadie ha dimitido, España sigue siendo diferente.
Un año ha tardado también la agencia de Naciones Unidas en que China le deje enviar a Wuhan y a ese mercado una expedición de especialistas a los que lleva toreando dos semanas, pues es así como funcionan en las dictaduras. Dos semanas metidos en un hotel y luego a ver una exposición propagandística de lo bien que lo han hecho Xi Jinping y el Comité Central. Ayer por fin fueron al mercado donde al parecer comenzó todo, vigilados estrechamente por una legión de guardias que les llevaban de aquí allá como Miguelín a sus ocas en la cabalgata de Reyes. Resulta un bochorno planetario que un año después no haya podido realizarse in situ, allí donde todo supuestamente comenzó, un estudio serio de cómo, cuándo y exactamente dónde el virus se hizo huésped del primer contagiado. El fracaso de la OMS es evidente pues parece sencillísimo fintar su presunta jerarquía en la sanidad mundial. Los dirigentes chinos lo han hecho sin despeinarse ante la desesperante parsimonia de eso que se viene llamando «la comunidad internacional», a la que Pekín ha venido toreando con el mismo temple que a los expertos de la OMS en Wuhan.