ABC (Galicia)

Los jefes, en el banquillo

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con la economía que agoniza, la ‘Ndrangheta actúa como una banca para prestar dinero a empresario­s o pequeños comerciant­es en dificultad. «El gran objetivo de las mafias con la usura –explica Gratteri– no es el de hacerse ricos a través de ese medio, sino conseguir que al final el comerciant­e o el empresario al que se prestó el dinero se vea obligado a ceder su negocio. De esta forma, las mafias mantendrán esa actividad comercial, pero la utilizarán para reciclar el dinero sucio procedente, por ejemplo, del tráfico de cocaína».

Del total de su facturació­n anual, más de 30.000 millones procede del tráfico de cocaína, un mercado que no conoce crisis y que sigue estando bien abastecido, a pesar del confinamie­nto. «La droga sigue llegando a los puertos de Amberes (Bélgica), Róterdam (Países Bajos), los puertos italianos del mar Tirreno y también a los españoles; en esos lugares la ‘Ndrangheta tiene redes estables que están a la espera para recibir la carga», señala Cafiero de Raho.

En España está bien nutrida la red colombiana que, según comenta el magistrado Nicola Gratteri, «almacena toneladas de cocaína para introducir­la en Europa; la ‘Ndrangheta es fuerte y está presente en España, porque va a comprar cocaína y también invierte. Ellos compran cocaína con un 98% de pureza. Esto les puede costar poco más de 1.000 euros el kilo. Un precio muy bajo. Al cortarla, de un kilo pueden obtener cuatro para la venta en la calle. Si tenemos en cuenta que se vende a más de 50 euros en Italia –el precio varía en cada país–, se comprende fácilmente que no hay otra actividad ilícita más rentable».

Mafia y corrupción van siempre de la mano. Son dos caras de la misma moneda.

Andrea Bruni, jefe de la ‘Ndranghett­a, cuando fue detenido en 2010. Abajo, la sala del macrojuici­o contra 350 miembros del clan Capos y empresario­s corruptos caminan muchas veces a golpe de sobornos a funcionari­os públicos y políticos, sin hacer discrimina­ción ideológica­s con la derecha o la izquierda. Han apoyado candidatos de todos los partidos políticos. El conocido magistrado Piercamill­o Davigo (70 años), que ha dirigido importante­s investigac­iones sobre la mafia y blanqueo de dinero, ha puesto el dedo en la llaga: «Los políticos no han dejado de robar; dejaron de avergonzar­se. Afirman con desenvoltu­ra lo que hicieron anteriorme­nte a escondidas. Ahora dicen cosas de este tipo: “Con nuestro dinero hacemos lo que queremos”. El problema es que no es su dinero, sino el de los contribuye­ntes», concluye Davigo.

Mostrarse como benefactor­es

Este tiempo del coronaviru­s está siendo aprovechad­o por las mafias para lograr consenso en su territorio y mostrarse como benefactor­es. «Luego, a la hora de votar –explica el fiscal Gratteri– esa pobre gente votará al candidato elegido por el capo mafioso. Lo harán con una mayor motivación y convencimi­ento que antes. Al igual que hacía el Chapo en México: asesinaba a cientos de personas, traficaba con miles de toneladas de cocaína, pero al mismo tiempo construía hospitales. Así, era visto por el pueblo como un benefactor. No debemos cometer este error», explica Gratteri.

Las infiltraci­ones mafiosas en la política son tan habituales en Italia que ya casi dejan de ser noticia. La ‘Ndrangheta encuentra fácilmente políticos del norte y del sur dispuestos a negociar y a hablar de negocios. En los últimos días sí ha causado cierto escándalo el caso de Lorenzo Cesa (69 años), secretario del partido UDC, Unión de Centro, investigad­o en una gran operación contra la ‘Ndrangheta, con 48 arrestados entre jefes mafiosos, políticos y empresario­s. Cesa tuvo que dimitir y se declaró inocente. Fue una noticia clamorosa porque el primer ministro en funciones, Giuseppe Conte, estaba negociando con Lorenzo Cesa, entre otros políticos, para reforzar su mayoría parlamenta­ria y salvar así su gobierno. El equipo de fiscales que dirige Nicola Gratteri acusa a Cesa de participac­ión externa en asociación mafiosa para favorecer a la ‘Ndrangheta, al formar parte de «un comité de negocios» que los magistrado­s han calificado como «una alianza diabólica entre empresario­s y políticos con la mafia».

Desgraciad­amente, se ha perdido sentido ético y casi nada parece ya perturbar a una sociedad adormecida frente a la corrupción. A este respecto, el magistrado Raffaele Cantone, hasta hace poco presidente de la Autoridad Nacional Anticorrup­ción ha escrito: «Se ha perdido el patrimonio emotivo que nació con las investigac­iones de la operación “manos limpias” (llamada también “tangentopo­li”, el proceso judicial que a partir del 1992 sentó en el banquillo a políticos y empresario­s corruptos), cuando el hombre de la calle tuvo la percepción de que había que cortar de raíz con un pasado de corrupción». Es más, el exministro de Justicia, Giovanni Maria Flick, habla de que en los tiempos de «manos limpias» había quienes «robaban para hacer política; hoy algunos hacen política para robar».

Las ambiciones y el apetito de riqueza une así a veces a políticos y mafiosos, sobre todo si confluyen sus intereses. Las vías para la corrupción y la ilegalidad son infinitas. Así la ‘Ndrangheta

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