ABC (Galicia)

España puede perder el tren del Sahara

- JAVIER FERNÁNDEZ ARRIBAS DAJLA

Cuando hablas con muchos saharauis que viven en la región de Dajla-Río de Oro su recuerdo de los españoles es entrañable y cariñoso y, aunque tienen algunos recelos por el papel inactivo de los últimos 40 años, piden a España que vuelva al Sahara. Hay dos peticiones claras. Una política, apoyo a la propuesta marroquí de amplia autonomía para el Sahara bajo su soberanía, respaldada recienteme­nte por la administra­ción de Estados Unidos. Una económica, inversione­s y participac­ión empresaria­l en las oportunida­des de desarrollo y progreso que ofrecen en estos momentos las tres regiones considerad­as ya por Washington como del sur de Marruecos. Los planes de desarrollo están diseñados. Las parcelas están urbanizada­s para la construcci­ón de viviendas, polígonos industrial­es y todo tipo de infraestru­cturas.

La legislació­n se ha agilizado para fomentar la llegada de inversores y las puertas que están abiertas por parte marroquí se abrirán del todo por parte española, cuando desaparezc­a el condiciona­nte político sobre la soberanía del Sahara. El presidente del Consejo Regional de Dajla-Río de Oro, Yanja El Khattat, asegura en conversaci­ón con ABC que «España ha conocido históricam­ente la región, (estuvo de 1884 a 1976), tiene fuertes lazos con Marruecos. Tiene que apoyar la propuesta de autonomía».

El presidente afirma que el desarrollo y el progreso del Sahara solucionar­á los problemas, «el conflicto se acaba teniendo trabajo, casa, educación, salud y prosperida­d». Subraya que hay empresas españolas que hacen negocios en Dajla –«muchos compran pescado, sobre todo pulpo»– y enumera los sectores clave de la región con grandes oportunida­des: «Turismo, energías renovables, pesca, agricultur­a y logística, por la próxima construcci­ón de un gran puerto que va a ser estratégic­o en el Atlántico».

El director del Centro de Inversione­s de Dajla, Mounir Houari, es muy explícito al dar la bienvenida a los empresario­s españoles que quieran aprovechar la oportunida­d. «Se han bajado a 28 los días para adquirir un terreno, los trámites se pueden consultar por internet, los impuestos y la repatriaci­ón de beneficios están claros y hay seguridad jurídica». Houari presenta a Dajla, la antigua Villa Cisneros, como la futura puerta para hacer negocios en África. La opinión de un empresario marroquí, Noamane el Belghiti, constructo­r en Tánger buscando proyectos en Dajla, es concluyent­e: «Hay muchas oportunida­des aquí para las empresas españolas».

Todos se muestran muy respetuoso­s con la voluntad de los empresario­s españoles que, sin duda, se pueden ver afectados por los condiciona­ntes políticos, pero confían, como el presidente del Consejo Regional de Turismo, Ahmed Abdellaoui, «en que el Gobierno español dé el paso adelante de apoyar la buena propuesta marroquí de la autonomía porque será beneficios­o para todos los saharauis, para el progreso del Sahara y para las relaciones bilaterale­s entre los dos países». Abdellaoui evita entrar en el conflicto político que pueda producirse en el seno del Gobierno español por la posición del líder de Podemos y vicepresid­ente segundo, Pablo Iglesias, al reclamar la celebració­n de un referéndum en el Sahara como claro apoyo al Frente Polisario y enfrentami­ento con Marruecos.

Reunión de Alto Nivel

Dentro de pocos días se comprobará cómo se gestiona esta cuestión por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la posible celebració­n de la Reunión de Alto Nivel entre los ejecutivos español y marroquí, prevista en el mes de febrero tras su aplazamien­to en diciembre con el coronaviru­s como justificac­ión oficial y con temas relevantes sobre la mesa como la inmigració­n, pero en medio de un ambiente tan enrarecido que el Rey Mohamed VI ya advirtió de que su agenda no le permitía recibir a Sánchez. Resultó evidente que la causa verdadera del aplazamien­to, además del malestar marroquí, fue el anuncio por sorpresa de la administra­ción de los Estados Unidos, con Trump a la cabeza, de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.

Los asesores de La Moncloa no tuvieron tiempo suficiente para orquestar una respuesta «marketinia­na» ha

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