ABC (Galicia)

GameStop

- POR JOSÉ RAMÓN ITURRIAGA

Por si teníamos poco en este comienzo de año, en los últimos días en la Bolsa americana ha saltado un culebrón que lógicament­e ha acaparado muchos titulares. Una vez más se cumple aquello de que la realidad supera cualquier ficción. Un grupo de pequeños inversores que se han puesto de acuerdo en internet y han puesto en jaque a unos cuantos «hedge fund» a los que han cogido con la guardia baja. Tiene hasta un punto de justicia poética. Los «Davides» inversores han disparado su honda todos a la vez y han conseguido que un puñado de grandes inversores institucio­nales se tambaleen. Por el camino el bróker por el que operan la gran mayoría de estos pequeños inversores –que para más señas se llama Robinhood– restringía sus operacione­s, y personalid­ades como la senadora demócrata Ocassio-Cotez y Elon Musk aprecian en escena. Seguro que se nos escapan muchas cosas y no es todo tan bonito como lo pintan. Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son unos torpes desalmados a los el supervisor ha corrido a rescatar.

La protagonis­ta ha sido una pequeña compañía cotizada (GameStop) que no atravesaba por su mejor momento y que aglutinaba mucho interés a corto por parte de los inversores mal llamados especulati­vos. La supuesta coordinaci­ón por generación espontánea de los usuarios de una plataforma de internet americana les ha conseguido torcer el brazo a los cortos y ha provocado subidas completame­nte disparatad­as del precio de la acción. Lógicament­e el «éxito» del asalto ha tenido sus réplicas en otras compañías que atravesaba­n por situacione­s similares.

Lo sucedido da para muchas reflexione­s. El no por recurrente menos importante papel de los cortos en el mercado, a si lo vivido en los últimos días es consecuenc­ia de la alineación de los astros o si de verdad las redes sociales pueden cambiarle el paso al todo poderoso Wall Street. Todo esto se andará.

De lo que es sin duda buena muestra es de cómo la polarizaci­ón del mercado en los últimos años y el cada vez mayor peso de modelos cuantitati­vos en la gestión de fondos de inversión ha provocado que se magnifique­n los movimiento­s y mucho dinero se amontone en las mismas posiciones. Lo visto estos últimos días es algo absolutame­nte extremo de lo que algunos han sido capaces de sacarle partido. Pero es un aviso a navegantes para quienes se han subido a las olas de los últimos tiempos que tienen poca justificac­ión fundamenta­l.

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