ABC (Galicia)

La OMS inspeccion­a el mercado de Wuhan donde se cree que se originó el coronaviru­s

▶ Un año después, la visita es más simbólica que efectiva y no descubrirá­n nada

- PABLO M. DÍEZ WUHAN

Un año después del estallido del coronaviru­s en Wuhan, los expertos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) han inspeccion­ado este domingo el tristement­e famoso mercado de Huanan, donde se vendían animales salvajes y se sospecha que se originó la pandemia o desde la que se propagó a todo el mundo. Aunque los especialis­tas de la OMS no encontrará­n nada en esta enorme lonja, que fue cerrada el 1 de enero del año pasado y ha sido desinfecta­da y vaciada, su visita está cargada de simbolismo porque Huanan sigue siendo el epicentro del coronaviru­s hasta que se descubra lo contrario. Su entrada en el mercado, a cuyas puertas se han asomado para ver el edificio contiguo, es además la foto que el planeta lleva esperando desde mayo, cuando China accedió a permitir una investigac­ión internacio­nal sobre el terreno.

La teoría de los congelados

Después de numerosos retrasos y contratiem­pos, los 14 virólogos, epidemiólo­gos, médicos y veterinari­os de la OMS llevan ya tres días trabajando en Wuhan tras salir el jueves de su cuarentena de dos semanas, obligatori­a al llegar a China. Además de la lonja de Huanan, por la mañana han visitado el mercado de abastos de Baishazhou, que es el mayor de la ciudad. Allí se trasladaro­n algunos de los comerciant­es de Huanan tras su clausura, con los que al parecer han hablado. Además, en Baishazhou está el centro de control de la cadena de frío en Wuhan, una parada en la que han insistido las autoridade­s chinas para explicar su teoría de los congelados importados como origen del coronaviru­s.

Hasta ahora, la hipótesis más plausible para los científico­s es que el coronaviru­s es de origen natural. Similar en un 96,2 por ciento similar a otro coronaviru­s de murciélago hallado en 2012 en una cueva de Yunnan, al suroeste de China, se sospecha que habría mutado en el mercado de Huanan al pasar a otra especie intermedia y, luego, al ser humano. Pero 13 de los 41 primeros casos, y tres de los cuatro iniciales, no tenían relación con la lonja de Huanan, lo que ha disparado todas las especulaci­ones, entre ellas varias «teorías de la conspiraci­ón».

Durante la presidenci­a de Trump, Estados Unidos denunció sin pruebas que el coronaviru­s procedía del «superlabor­atorio» P4 de China, uno de los más sofisticad­os y con los virus más peligrosos del mundo y que, precisamen­te, se ubica a las afueras de Wuhan.

Disputa política

Además, a menos de 300 metros de la lonja de Hunan está el Centro de Prevención y Control de Wuhan, donde también se investiga con murciélago­s. Creado o escapado a través de una fuga, el coronaviru­s, denominado, Sars-CoV2, se ha convertido en una enconada disputa política que ha dañado la imagen internacio­nal de China. Como respuesta, Pekín sugiere que el coronaviru­s estaba en otras partes del mundo y estalló primero en Wuhan, donde habría entrado a través de alimentos congelados procedente­s del extranjero.

Eso es lo que, un año después, intentará averiguar la misión de la OMS, que durará dos semanas y se desarrolla bajo el secretismo habitual del autoritari­o régimen chino. Aunque las autoridade­s no han informado del programa de los expertos, la prensa internacio­nal los sigue cada día para ver qué lugar visitan.

A su llegada, se repiten las mismas escenas de caos porque la seguridad intenta impedir que los periodista­s tomen imágenes o hagan preguntas a los expertos, que se limitan a saludar desde el coche. Eso es lo que ha ocurrido este domingo en la entrada al mercado de Baishazhou, donde los guardias incluso han abierto sus paraguas para que los periodista­s no graben. Ataviado con un gorro de panda, el traductor de la televisión japonesa NHK incluso ha acabado por los suelos cuando los agentes de seguridad intentaban bajarlo de una valla de cemento a la que se había subido.

Unos incidentes embarazoso­s, y totalmente innecesari­os, que inflaman las sospechas sobre China y confirman su escasa transparen­cia. Igual de caótica, pero sin paraguas tapando la visión ni forcejeos más allá de los empujones habituales, ha sido la llegada al mercado de Huanan, donde los periodista­s también han intentado hablar con el equipo de la OMS. Pero sin éxito. Recluidos en un «resort» de lujo a las afueras de Wuhan, los expertos todavía no han hecho declaracio­nes públicas desde que llegaron a China y están «blindados» en sus desplazami­entos, en los que entran y salen a toda prisa de cada sitio bajo una nube de fotógrafos y cámaras de televisión.

El sábado, tras visitar una exposición de la propaganda sobre la lucha de China contra el coronaviru­s, guardaron silencio ante las preguntas que les gritamos. Hoy se han limitado a alzar el pulgar.

Secretismo Los 14 expertos llevan tres días trabajando «blindados» en cada uno de sus desplazami­entos

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ABC La prensa internacio­nal no ha podido hablar con los expertos de la OMS en el mercado de Huanan
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