Diana Quer
del mensaje (el del diccionario) y el procedimental (el que deriva de las connotaciones según el contexto). Un insulto puede usarse para halagar; nuestras comunicaciones están salpicadas de antífrasis, muletillas o tic lingüísticos que aparecen unas diez veces por minuto de media y son difíciles de camuflar.
Volvamos a los casos y a las palabras que guardan. Ted Kaczynsky burló durante 18 años al FBI. En ese tiempo, el
Un mail de 13 palabras supuestamente enviado por Diana Quer trató de despistar a la UCO. El análisis informático lo descartó. Su cuerpo estaba en un pozo. En la imagen, su asesino confeso, «El Chicle» bautizado como «Unabomber», mató a tres personas y mutiló a 23. Movió ficha y pidió que se publicara su manuscrito de más de 35.000 palabras en un periódico nacional norteamericano. Se enfrentaban por sus características lingüísticas a un hombre con estudios superiores, obtenidos en un periodo breve como apuntaban las convenciones ortotipográficas y de formato que empleaba. «No puedes comerte el pastel y tenerlo también». Esa construcción, por ejemplo, era una seña de identidad y, como tal, la reconocieron su hermano y su cuñada al leer el ensayo. Por primera vez, se autorizó en EE.UU. una orden de registro basándose en una prueba lingüística. Unabomber está condenado a cadena perpetua.
«Pocas veces los textos con los que tratamos tienen más de un párrafo, en el caso de que sean cartas u otros textos escritos, o duran más de cinco minutos en el de las grabaciones», señala Queralt. Pero incluso en muestras tan breves sus autores dejan rastros lingüísticos y siguiéndolos es posible establecer un perfil. En 2017, el 112 recibió una llamada anónima en la que se alertaba de que había dos ancianos heridos graves en Santander. A Ángel Prieto, 81 años, lo asesinaron para robarle. Su mujer sobrevivió. Con esa grabación, la misma unidad policial del caso Anabel delimitó la zona de procedencia (entre varias provincias del norte), que tenía un nivel sociocultural medio bajo y que era mayor. Se cotejó con siete sospechosos, sin éxito, y se decidió difundir parte de la grabación. Alguien lo identificó. Al mes siguiente, el autor fue detenido. Tenía 66 años y era de Vitoria.
El recorrido por los casos criminales de la mano de la lengua en el libro se retrotrae a las cartas de Jack el Destripador, el asesino del Zodiaco o el precursor de Unabomber. Y enlaza con asesinatos, estafas elaboradas, amenazas con el velo del anonimato o análisis de comunicados terroristas y deliberados eufemismos políticos.
Queralt elige la ilusión de un caso en el que trabaja: el crimen, reabierto a punto de prescribir de Helena Jubany, en 2001. Hay que arrinconar al culpable, pero de momento han demostrado que los anónimos que recibió la bibliotecaria de Sabadell días antes no los escribió la mujer que ingresó en prisión como posible autora y que acabó suicidándose en la cárcel. Dejó una carta y 19 textos personales que le dan la razon.
Sheila Queralt «Soy especialista en textos, pero también en identificar una estrategia en una declaración»
Precisión Incluso los textos o grabaciones más breves dejan rastros lingüísticos que nos delatan