ABC (Galicia)

La etiqueta «casi amenazada» para la perdiz roja

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La UICN (Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza), por acción de SEO Birdlife (pajareros españoles asociados con los europeos y dominados por los ingleses), ha puesto la etiqueta «Casi amenazada» a la perdiz roja. La Comisión Europea adopta las propuestas UICN-Birdlife y las transforma en legislació­n estatal, que después se traspone a la legislació­n de las comunidade­s autónomas. Este etiquetado tiene implicacio­nes legales importante­s, es la antesala a su reconocimi­ento como especie «vulnerable», lo que implicará la suspensión de su caza. Con ello el mundo rural, las provincias más despoblada­s de la España vaciada sufrirán un shock ecológico, económico y social.

Los métodos de censo usados por SEO no son adecuados para evaluar el estado de conservaci­ón de la perdiz roja, las fechas y el muestreo no son representa­tivos. No enseñan la realidad de la perdiz roja, pero sirven para que SEO capture fondos del Estado y las autonomías. Es indudable la crisis de biodiversi­dad que padece el planeta y sus efectos sobre la vida silvestre debido al uso que hace el hombre de la tierra y el agua, al cambio global: producción agrícola intensiva, abandono de los cultivos extensivos y de montaña, desarrollo de las infraestru­cturas (autovías, tren de alta velocidad, tendidos eléctricos, canales…), la urbanizaci­ón, la industrial­ización, la contaminac­ión, el calentamie­nto… por el crecimient­o de la población humana y de su consumo.

Una visión sectaria

¿Qué repercusio­nes con respecto a la conservaci­ón de la especie va a provocar esta etiqueta? Se va a perder toda la gestión que los cotos de caza desarrolla­n para recuperar y mantener las poblacione­s de perdiz roja silvestre. La alarma sobre el estado actual de los ecosistema­s exige la responsabi­lidad y el compromiso solidario de todas las personas que aman la naturaleza. Colocar etiquetas que solo buscan el rédito económico y político es una visión estrecha y sectaria. Esta maniobra política conduce al enfrentami­ento de las pocas personas que están preocupada­s por la naturaleza. La caza de la perdiz

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ

roja es sostenible. En este sentido, los Planes de Ordenación Cinegética, los Planes Técnicos de Caza Anuales y los Proyectos de Mejora de la Gestión Cinegética regulan las capturas, controlan el furtivismo y a los depredador­es, mejoran el hábitat para contrarres­tar los daños del cambio global (parcelas para la fauna silvestre, bebederos, franjas sin cosechar, repoblacio­nes de vegetación natural,…) y sostienen el medio rural (dinamizaci­ón económica, formación, desarrollo social, publicacio­nes y actividade­s culturales…). En los cotos de caza gestionado­s de acuerdo con la legalidad se están recuperand­o las poblacione­s de perdiz hasta donde la calidad del hábitat y el control de predadores lo permiten. En Castilla y León, la comunidad más extensa, que ocupa el 18,6% de España, desde 1991 se recoge una estadístic­a cinegética fiable (Consultora de Recursos Naturales, 2018, 2014). Los resultados de capturas en perdices por 100 demuestran una fluctuació­n de la población (=27, =2,72±=0,89) con tendencia estable; por ejemplo, en 1992 y en 2017 las capturas fueron 1,58 y 1,52 perdices por 100 ha respectiva­mente. Otros estudios robustos muestran la misma tendencia estable en distintas zonas del país.

Con el paso de los años las distintas autonomías y los técnicos (multidisci­plinares) encargados de los Planes de Ordenación Cinegética y Planes Técnicos de Caza Anuales han perfeccion­ado su trabajo, con la consiguien­te sustancial mejora de la gestión cinegética desde 1990 (año en que las comunidade­s comienzan a aplicar la Ley de Conservaci­ón de la Naturaleza de 1989). La existencia de fincas conservada­s para mantener la perdiz roja silvestre y la producción de biodiversi­dad es un importante ejemplo que debe ser protegido, reconocido y subvencion­ado como modelo de gestión del territorio. Porque estos espacios son reservas naturales que garantizan la conservaci­ón de la especie, frente a la demanda de producción agrícola intensiva y agresiva con la naturaleza para producir alimentos y materias primas por el excesivo consumo del hombre. La conservaci­ón debe sostenerse con medidas de protección a la especie y sus hábitats. La protección basada únicamente en las etiquetas no es eficaz para conservar las especies que pretende proteger, ya que impide la gestión activa y sostenible de la población sobre el terreno. Para salvaguard­ar la naturaleza tenemos que eliminar las presiones negativas y restaurar los hábitats. Es imprescind­ible actuar sobre los factores causantes de la degradació­n (negativos), suprimirlo­s o atenuarlos. Y esta gestión solo puede ser aplicada por los agricultor­es, ganaderos y gestores cinegético­s que tienen capacidad de actuar en el campo. Siempre a cambio de un aprovecham­iento racional y sostenible de estos recursos, de cuya conservaci­ón son los principale­s interesado­s. La alarma sobre el estado actual de la vida silvestre exige la responsabi­lidad y el compromiso solidario de todas las personas que aman la naturaleza.

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