ABC (Galicia)

DESCOLOCAD­OS CON LA PANDEMIA

No saben por dónde tirar y se debaten entre trabajar para superar esto o hacer oposición mediocre

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el curso, los casos activos se situaban en 1.033, cuando marcaban 846 antes de las vacaciones. Este pasado sábado llegaron a 3.725.

En las residencia­s sociosanit­arias se ha suavizado el impacto a medida que se ha ido inmunizand­o a residentes y profesiona­les, la mayoría ya con las dos dosis de la vacuna administra­das. Aún así, los datos hablan por sí mismos: de 135 ancianos infectados el 1 a 435 el 31; quienes les atienden, de 111 a 243. En centros para personas con discapacid­ad no había residentes contagiado­s y ayer subieron a 108; los profesiona­les pasaron de tres a 50. Las vacunas, además, ofrecen la esperanza de reducir unas cifras de fallecimie­ntos desorbitad­as: de 1.400 decesos en el parte del primer día de enero a concluir este domingo con 1.775, 375 más.

Mientras el virus se propagaba, la Xunta, de la mano del comité clínico, actualizó hasta en dos ocasiones las restriccio­nes. La última, en vigor desde el pasado miércoles, con una duración de tres semanas, para decretar un confinamie­nto «de facto», al cerrar todos los municipios y la hostelería y restringir la actividad no esencial y las interaccio­nes de no convivient­es. En los 313 concellos, sin distinción. Con casi 290.000 PCR realizadas este mes, en el Sergas se entiende que el pico de esta ola ha quedado atrás. Pero sigue la presión. Enero fue demoledor, pero febrero tampoco será benévolo.

Una parte de la clase política está completame­nte descolocad­a en estos tiempos de pandemia de coronaviru­s. No saben por dónde tirar y se debaten entre trabajar para superar esto o hacer oposición mediocre en asuntos que requeriría­n un poco más de reflexión.

A diario vemos en la calle la contraposi­ción entre los que quieren medidas más duras y los que consideran que las que se toman solo sirven para ahogar a sectores como la hostelería y el comercio. Hay incluso quien dice las dos cosas a la vez, y es normal porque la situación es de todo menos fácil y las opiniones libres, pero a los representa­ntes de los ciudadanos se les presupone cierta responsabi­lidad. Se pueden quejar, claro, y apuntar aquello que creen que es mejorable, pero es un error hacer política barata con las medidas que intentan proteger al ciudadano de los contagios.

Si quieren ser alternativ­a, el ciudadano no puede verlos como veletas oportunist­as a la espera de que quien gestiona se equivoque, porque en esta situación todos cometen fallos. Como para no cometerlos. Proponer un confinamie­nto en casa porque yo lo digo está bien como opinión personal pero no es serio si no lo recomienda el comité clínico formado por médicos que asesora a la Xunta.

A algunos los hemos visto hablar de los milagros asturiano y portugués. El PSdeG incluso puso como buen ejemplo a seguir para Galicia el de Valencia, la comunidad más afectada a día de hoy por la pandemia. Si aciertan lo hacen solo momentánea­mente, les falta amplitud de miras. Una subida de contagios se puede producir en cualquier lugar del mundo y no va a depender de si el Gobierno es bueno o malo. Lo que sí se puede medir es la capacidad de reacción y nos puede gustar más o menos, pero la Xunta ha tomado medidas desde el primer momento. Por cierto, mucho más restrictiv­as que en otros territorio­s que a día de hoy tiene una situación notablemen­te más preocupant­e.

¿Tendremos que volver todos para casa y a aplaudir a las ocho de la tarde? No adelantemo­s acontecimi­entos.

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