Illa y los embarrancados en sus calamitosos actos, de nada se arrepienten
Indepes,
Por desgracia algunos lo ignoran, pero el arrepentimiento es la vacuna que cicatriza los errores cometidos. No podría vivir sin arrepentirme. No sabría vivir sin arrepentirme. Los que ahora disfrutan del dulce limbo de la semilibertad renunciaron al arrepentimiento redentor. Y parece que Illa también milita en el bando de los que asocian el arrepentimiento a la debilidad. Andaba en trance de siesta de telediario (a media voz mejor que con los documentales, pruébenlo) cuando, en una de sus soporíferas despedidas, susurró: «No me arrepiento de nada». Las orejas se me afilaron de golpe como las de aquellos furiosos dóberman ochenteros.
Cada vez que alguien asegura que no se arrepiente de nada en cuanto a las decisiones que antaño tomó me taladran los escalofríos. Qué seguridad. Menuda autoestima. Vaya soberbia. De los paisanos que jamás se arrepienten me fío menos que de los abstemios y de los exfumadores que arrean severa tabarra antinicotina a la mínima ocasión. Imagino que a muchos de ustedes les sucede lo mismo que a mí; esto es, si un día escribiésemos la lista de nuestros arrepentimientos necesitaríamos uno de esos largos pergaminos que aparecen en El infinito en un junco, el formidable ensayo de Irene Vallejo. Y no tendríamos bastante. Arrepentirse certifica un saludable síntoma de natural evolución. Encuentro, además, una sensación mezcla de gozo reconcentrado e inofensivo morbo en esto de arrepentirse. Primero pecas y luego te arrepientes naufragando en el remolino de los remordimientos, por lo tanto extraes doble placer.
Crecemos y mejoramos como personas a base de arrepentimiento pues ahí cristaliza el elixir que hidrata nuestro espíritu. John Huston, al final de sus memorias A libro abierto, expresaba algunas pifias de su pasado que le hubiese gustado enmendar. Destaco un par: «Ganaría el dinero antes de gastármelo» y «no me casaría por quinta vez». Illa y los indepes, en cambio, embarrancados en sus calamitosos actos, de nada se arrepienten.