De Nobel a cómplice de genocidio
Nacida en 1945 en la élite de Rangún (hoy Yangón), la actual «mujer fuerte» de Birmania es hija del general Aung San, héroe de la independencia que fue asesinado cuando ella tenía solo dos años. Educada en los mejores colegios y en Oxford, trabajó en la ONU, donde conoció a su marido, el profesor británico Michael Aris, con quien tuvo dos hijos. Al volver a Birmania para visitar a su madre enferma en 1988, en plena revuelta contra el dictador Ne Win, tomó el testigo del movimiento democrático y ganó las elecciones de 1990, anuladas por la Junta militar.
Desde entonces, «La Dama» se pasó bajo arresto domiciliario una década y media que la separó de sus hijos y le impidió despedirse de su marido antes de que este falleciera de cáncer en 1999. Por todos estos sacrificios que hizo en su lucha por la democracia, fue galardonada con el Nobel de la Paz en 1991. Pero no dudó en abrazar el pragmatismo y renunciar a sus principios cuando su partido ganó las elecciones de 2015 y se convirtió en la «mujer fuerte» de Birmania. Ahora, tras seis años «durmiendo con su enemigo» en el poder, podría volver a un nuevo arresto domiciliario. En los últimos años, y pese a seguir contando con un apoyo mayoritario en su país, su imagen se ha resentido en el extranjero por sus críticas a los musulmanes, odiados sin disimulo en la budista Birmania. En diciembre de 2019, y sin que tuviera necesidad de hacerlo, acudió al Tribunal Penal Internacional de La Haya para negar la persecución sobre los rohingyas, que la ONU ha calificado de «limpieza étnica».