Hazard se rompe por décima vez
▶ Tras cuatro partidos, una lesión en la pierna izquierda le deja otro mes de baja
miento desciende y aumenta el riesgo de una lesión muscular». Cos, al igual que Casais y Fernández, señala al estrés: «Tiene un origen psicológico, pero su impacto es psicofísico. Cuando un deportista para por estrés, lo primero que se encuentra es una excesiva tensión muscular, y eso genera más probabilidad de que se pueda contracturar. También identificamos que disminuye la atención y la concentración, por lo que es fácil que observemos más despistes que pueden terminar en caídas».
En cuanto a las recaídas, hay otros factores que influyen en ellas, fruto precisamente del miedo a volver a lesionarse. De nuevo, el cerebro en acción. «En ocasiones se produce una situación contraproducente cuando un jugador intenta proteger una zona y se acaba lesionando de otra. Esto sucede porque cambia sus esquemas corporales: en carrera, en zancada, los movimientos… De manera más o menos violenta, hace una serie de compensaciones de prevención que terminan sobrecargando otra zona y produciendo una lesión», explica Fernández. Abandonar
la enfermería, por tanto, no es sinónimo de haberse recuperado, ya que puede haber secuelas psicológicas: «La reincorporación es un momento crítico porque la situación genera mucha incertidumbre por las expectativas del implicado y su entorno. Aparecen dudas respecto al rendimiento y el miedo a una futura recaída», señala Cos. Por eso, en su opinión, «ha de ser algo progresivo para ir recuperando sensaciones y fortaleciendo su autoconfianza».
Finalmente, Casais incide en lo esencial que es llevar una vida sana: «Alimentarse, dormir y descansar como exige una vida profesional, y realizar los trabajos preventivos e individuales necesarios para reforzar una zona». Fernández termina recalcando lo dicho al inicio: nadie está exento de lesionarse. «El jugador debe saber que se puede lesionar, es algo habitual y normal para cualquiera. Se tiene que relajar, y luego, preparar al organismo para que eso no se produzca. Es tarea del entrenador, su familia, el psicólogo deportivo… Hay muchas acciones para evitarlo».
Es un caso difícil de superar. Su cuerpo se ha convertido en una rotura crónica que es tanto física como mental. Juega con miedo a romperse, sin arriesgar, carga el peso en la pierna contraria a la que sufrió la última lesión y el resultado es que la que soporta ese exceso se rompe tres semanas después. Esa es la triste vida profesional de Eden Hazard. Hace dos meses fue una dolencia en el recto anterior de la pierna derecha. Ahora se ha destrozado el recto de la izquierda. El caso es que siempre acaba visitando a los médicos para ser baja, para quedarse sin jugar, en el ostracismo por la pérdida de protagonismo absoluto. Es una pena para un futbolista de su nivel.
Ha durado cuatro partidos, que nunca jugó completos, y vuelta al dique seco. Es muy duro y lo peor es que no tiene visos de cambiar. Desde que Meunier (PSG) le rompió el peroné en noviembre de 2019, su cuerpo no aguanta. Sufrió posteriormente otra fisura en el mismo hueso y luego fue su cuerpo el que pagó esas dos graves lesiones. Suma ocho dolencias musculares. Sus músculos se descompensan. Y el terror psicológico a volver a caer hace el resto. Esta destrozado su físico y su cabeza, harto de no poder rendir.
Su ecosistema está alterado y no sabe qué hacer ya. Solo ha disputado 35 partidos en dieciocho meses y se ha perdido 43. Esta temporada ha participado en trece encuentros, con tres goles y una asistencia. Es su décima lesión en año y medio. Preocupante. Desesperante. El Real Madrid abonó 150 millones por él, con bonus y variables, y no funciona por unas circunstancias difíciles de calibrar para los médicos.
Recaídas Intentar proteger una zona del cuerpo por miedo a recaer puede provocar la lesión de otra distinta
Debilidad
La rotura frena una pequeña evolución de cuatro encuentros en los que anotó un tanto y solo jugó bien unos minutos en Mendizorroza. No se ve bien y no arriesga en el césped. El dato que desvelaba su calidad de gran futbolista en el Chelsea es que lideraba al equipo en el campo. Ahora, en el conjunto blanco no encara, no pide la pelota, la coge y la suelta rápido. No ejerce de jefe del ataque, de creador de jugadas. No funciona porque se siente débil y cuando fuerza un poco se rompe. Diez lesiones, diez.
El belga ya avisó de su estado el martes, cuando se quedó en el gimnasio porque acusaba «fatiga muscular». Ayer volvió a saltar a la hierba de Valdebebas para entrenarse con sus compañeros. Todo parecía bien, pero avanzada la sesión sintió un pinchazo y Hazard adujo que debía pasar pruebas médicas. Los doctores, el jugador, todos se lo temían. La ecografía delató la rotura. Será baja durante un periodo que puede oscilar entre las cuatro y las seis semanas (en sus últimas dos dolencias faltó 27 y 30 días). Se pierde la Champions y el derbi del 7 de marzo en el Metropolitano. Su carrera se ha transformado en una derrota física continua.