«Malcolm y Marie» La obra maestra del encierro
Rodada en la intimidad del confinamiento con el filme aborda el desencuentro de una pareja
e una anécdota personal –un director que se olvida de mencionar a su esposa en los agradecimientos de un premio– y de un tiempo común –el del encierro planetario–, el cineasta Sam Levinson crea la película más poderosa de las rodadas durante el confinamiento. «Malcolm y Marie», que llega a Netflix hoy, es una metahistoria sobre los motivos de un cineasta para crear su trabajo y cómo aquellas palabras no dichas provocan en la pareja encarnada por Zendaya y John Davis Washington un enfrentamiento que dura una noche.
Malcolm es el mismo director y su musa es su pareja, Marie, quien a su vez, en otra vida, fue adicta a las drogas, igual que el personaje de Zendaya en «Euphoria», serie también creada por Levinson. Más allá de las lecturas filosóficas en las que el guionista pretende embaucar al espectador, la película es una belleza estética gracias al blanco y negro de Marcell Rév y a la hermosa joya arquitectónica The Caterpillar House, diseñada por el arquitecto de San Francisco Jonathan Feldman, ubicada en la Reserva Santa Lucía, el único lugar en el estado de California donde se autorizó un rodaje en propiedad privada durante el confinamiento. «Cuando nos confinaron, llamé a Zendaya y le pregunté qué le
Dparecía si rodábamos algo durante la pandemia. De nuestra conversación surgió esta historia. Hablando con ella pensé: “¿Qué no la he visto hacer?” Básicamente, no la hemos visto como es: una mujer increíblemente inteligente, segura de sí misma, divertida y dura», explicó Levinson.
Maestro y musa
Zendaya era una niña dolorosamente tímida antes de tomar clases en el Teatro Shakespeare de California, una experiencia que la ayudó a salir del cascarón para poder interpretar a Rue en «Euphoria». «Esa es una joven sin vo«MALCOLM Y MARIE»
Dirección: Sam Levinson. Intérpretes: Zendaya y John David Washington. astuosa y radiante puesta en escena que resume ese pensamiento estoico de hacer de la necesidad virtud. Rodada en los tiempos de clausura, esta hipertensa historia apenas sale del interior de una casa y del tiempo prácticamente real,
Fcabulario emocional para expresar cómo se siente y teme cualquier tipo de confrontación, a diferencia de Marie, que no tiene absolutamente ningún miedo cuando se trata de abordar exactamente cómo se siente», apunta Zendaya. Acostumbrada a ir de rodaje en rodaje, la joven actriz, de 24 años, admite que el Covid la obligó a recapacitar. «No soy de las que se detienen, llevo 10 años trabajando sin parar y tuve que frenar en seco cuando se declaró la pandemia. Me quedé aturdida hasta el punto que tuve que pensar: ¿Quién soy yo sin mi trabajo?, ¿qué me gusta?, ¿quién es Zendaya sin actuar? Fue aterrador enfrentar esas preguntas. Por eso, cuando Sam me llamó para hacer “algo” en el confinamiento, le dije que sí inmediatamente», explica la intérprete a ABC. con una pareja de actores en todos los sentidos de amplia y altísima gama, con un blanco y negro que prestigia la mirada y con una cámara que le arrebata al espacio todos sus sabores. El guion y la dirección son de precisión quirúrgica, ambos a cargo de Sam Levinson; el sustento visual lo pone la fotografía de Marcell Rév, y la interpretación y perfecto molde, John David Washington y Zendaya. Prácticamente el equipo creador de la serie «Euphoria».
La trama y su anclaje espacio temporal
No es para menos que Zendaya se pusiera en manos de Levinson, un cineasta al que le gusta jugar con las expectativas del espectador y que en «Malcolm y Marie» ofrece, durante casi dos horas, un asiento frente al ring de esta sala de estar donde los amantes viven una pelea épica tras regresar a casa tras del estreno de la nueva película de Malcolm.
Puro Hollywood
El bombardeo durante la discusión no es implacable: hay descansos para el sexo, un poco de la música de Dionne Warwick y un gran plato de macarrones con queso. «Marie tiene el control la mayor parte del tiempo, y eso es algo que yo mismo no consigo. Viendo a Zendaya, encontré el ritmo de la historia porque es una actriz impredecible. Ella es el tiene el ADN de una función de teatro, aunque la planificación y el elegante baile de la cámara la convierten en un suculento festín cinematográfico. En el interior del argumento encontramos un audaz y creciente «thriller» de sentimientos que se gradúa y modula en magníficos cambios de intensidad que el espectador proclive asumirá con auténtica pasión. El envoltorio, lo formal, de esta película es, pues, admirable y sorprendente, pero es en su interior, en la relación de esa pareja, donde lo superficial (en apariencia, la historia lo es) adquiere un grado de implicación y emoción desbordantes.