Netanyahu vuelve a defender su inocencia en los tribunales
Ni la campaña masiva de vacunación, ni los acuerdos de normalización de relaciones con países árabes le sirven a Benjamín Netanyahu para eclipsar el proceso que tiene abierto con la justicia de Israel que le juzga por delitos de soborno, fraude y abuso de autoridad. A falta de seis semanas para las elecciones, el primer ministro con más tiempo en el cargo de la historia del Estado judío se presentó de nuevo ante el tribunal y, como hizo en su primera comparecencia en mayo, se declaró «no culpable». Es la segunda vez que el político comparece ante la justicia y sus abogados pidieron retrasar la próxima vista a dentro de tres o cuatro meses. El proceso ha registrado ya varios retrasos debido a los tres confinamientos que ha impuesto Israel por la pandemia, el último lo levantó el domingo.
Pese a la petición de las fuerzas de seguridad de evitar concentraciones, cientos de manifestantes tomaron las calles próximas a un tribunal blindado por la Policía, que está situado en la parte oriental de la ciudad. Le recibieron al grito de «¡dimisión!» y no pararon de abuchearle. Son los mismos manifestantes que desde hace meses acampan frente a la residencia oficial bajo carteles que califican a Netanyahu de «crime minister» y todos los sábados se concentran a lo largo del país para pedirle que deje el cargo por corrupto. El líder del Likud apenas pasó veinte minutos en la sala y abandonó el lugar lo antes que pudo.
A falta de seis semanas para las elecciones, las cuartas en menos de dos años, Netanyahu mantiene alta su popularidad y es el principal candidato a la victoria en los comicios, según las encuestas.
Los casos contra el primer ministro son los conocidos como Caso 1.000, en el que será imputado por fraude y violación de confianza por recibir regalos a cambio de favores. El Caso 2.000, en el que le imputan también por fraude y violación de confianza debido a la conspiración con el dueño del diario ‘Yedioth Ahronoth’, a cambio de obtener una cobertura favorable. Y el más grave, el Caso 4.000, en el que si es declarado culpable la pena puede suponerle hasta diez
años de prisión.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu