ABC (Galicia)

EL VATICANO «La opacidad económica aumenta en el pontificad­o de Francisco»

- Por primera vez un libro intenta descifrar cómo LAURA DANIELE

on sus dos mil años de historia, el Vaticano sigue siendo una institució­n fascinante, capaz de aglutinar lo mejor y lo peor de la condición humana. Del interior de sus muros han salido los más nauseabund­os escándalos de corrupción o las más rocamboles­cas historias de traición, como la de Paoletto, el mayordomo infiel. Sin embargo, pocos conocen de verdad cómo funciona la maquinaria que ayuda al Papa en su tarea mundial. Ese es el reto que se ha planteado –tras 22 años de trabajo en el corazón de la Iglesia– el correspons­al de ABC, Juan Vicente Boo, en su último libro ‘Descifrand­o el Vaticano’ (Editorial Espasa).

«El Vaticano es un punto de referencia artístico, espiritual y político para todos los países y religiones, como demuestran las continuas visitas de jefes de Estado y personalid­ades de la ciencia, la cultura, la economía o el arte. Sin embargo, si te dejas enredar demasiado por la estructura burocrátic­a o te obsesionas con las arrugas del sistema, puedes pasar todo el día enfadado y no llegar a ver lo importante», comenta el periodista.

El gran desafío de su nueva publicació­n es precisamen­te ayudar a los lectores a mirar el cuadro completo, pero quedarse con lo esencial. «El Vaticano –afirma– es la puerta de entrada en una dimensión desconocid­a, casi mágica, donde lo invisible es más importante que lo visible. Entenderlo te permite acercarte al misterioso manantial oculto que ha alimentado la generosida­d y la valentía de millones de personas desde hace dos mil años». El extracto del libro que adelanta en este su periódico lo demuestra:

CLa «Iglesia imperial»

Los historiado­res señalan que la embriaguez de la ‘Iglesia imperial’ duró nada menos que dieciséis siglos. Además de escandaliz­ar a las iglesias orientales, separadas de Roma desde 1054, el sistema del ‘Papa Rey’ originaba vergonzosa­s luchas por el poder entre las familias nobles italianas, dando lugar a un gran número de intrigas, asesinatos y pontífices indignos. Por otra parte, desnatural­izaba la relación de los fieles con el sucesor de Pedro, y hacía casi imposible que este pudiera concentrar­se plenamente en su tarea espiritual. La caída de los Estados Pontificio­s puso fin a esa anomalía, pero sus secuelas psicológic­as no están, por desgracia, completame­nte superadas.

Dos manuales de la Curia

Sin que figure en ninguna parte como norma escrita, la Curia vaticana lleva los dos últimos siglos orientándo­se instintiva­mente por dos manuales. Para los asuntos de ceremonias, protocolo, etc., el de Versalles: todo muy vistoso y elegante. Para la administra­ción interna, el del Imperio austrohúng­aro: una maquinaria administra­tiva lenta, pero eficaz, que terminaba tomando decisiones según los reglamento­s y dejando constancia de ellas.

Esa rutina mental sufrió un fuerte

El libro recoge la visión del correspons­al de ABC tras 22 años de trabajo en el corazón de la Iglesia shock con la llegada del Papa Francisco. A bastantes miembros de la Curia no les gustaba su estilo sencillo y familiar, cercano a la gente, que dejaba en evidencia, por contraste, la altivez y lejanía de otros. Muchas de sus decisiones prácticas los desconcert­aban. Al cabo de poco tiempo quedó claro que Francisco se guiaba por otros dos manuales, los verdaderos. Y que leyéndolos con atención era muy fácil predecir las reacciones y las decisiones del primer Papa americano. Eran los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles.

«Caja de resonancia mundial»

La Santa Sede es, después de Washington, el segundo lugar del mundo con más embajadore­s acreditado­s. En 2020 sumaban 185, la mitad de ellos residentes en otras capitales europeas por llevar la representa­ción de sus gobiernos ante varios Estados. Pero nada menos que 90 con sede en Roma. En conjunto, suponen una extraordin­aria «caja de resonancia» de los asuntos mundiales y un marco que permite crear discretame­nte líneas de cooperació­n para el bien, desde la ayuda a países en desarrollo, hasta el respaldo a nuevos tratados internacio­nales en temas de interés social o acuerdos de paz entre países enemistado­s.

Opacidad económica

Si del balance anual se sabe poco, del patrimonio todavía menos. Ni la Santa Sede ni el Estado Vaticano hacen públicos los datos sobre su patrimonio inmobiliar­io –edificios– y de cartera –títulos financiero­s– en una docena de mercados internacio­nales. La opacidad en cuanto a balances y patrimonio, ya muy alta en los pontificad­os de Juan Pablo II y Benedicto XVI, aumentó en el de Francisco. El resultado es un escenario muy poco sano de arbitrarie­dad administra­tiva, con frecuentes escándalos económicos que afloran a pesar del esfuerzo por ocultarlos. La gestión financiera y las inversione­s se llevan con un estilo ‘clandestin­o’ y a veces casi mafioso, asignándol­as sobre todo a amigos personales, en un contexto de favoritism­o difícil de comprender.

El Limosnero del Papa

Un par de años después, cuando el Papa le impuso la birreta de cardenal a Konrad Krajewski para subrayar la importanci­a de ese cargo hasta entonces poco valorado, el Limosnero decidió celebrarlo a su manera: una cena para 280 pobres o personas sin casa en los comedores del Vaticano, servida por 80 voluntario­s. Francisco se presentó por sorpresa y le advirtió sonriendo:

—Ojo, Conrado, que no he venido por ti, sino por ellos.

funciona la compleja maquinaria que ayuda al Papa en su tarea mundial

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La Guardia Suiza, el ejército del Vaticano, es el más pequeño del mundo
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