Es una de las recetas para paliar la situación y para «proteger los derechos de los propietarios»
Crece mi admiración por el diputado Rego desde que supe de su proposición para que el Gobierno compre a Cuba vacunas
Atentos al último sondeo sobre intención de voto: con la pandemia engorda el Bloque. No me extraña. La representación del Bloque en el Congreso la encarna, en modo anémico y exclusivo, don Néstor Rego, lugués de O Vicedo y diputado por La Coruña. Lo he visto alguna vez en funciones oratorias, siempre sometidas a la dictadura del roñoso reparto de tiempo entre el gallinero del Grupo Mixto. El diputado Rego tiene aire de monje benito del antiguo cenobio de San Miguel de Negradas, aunque algo pasado de tonsura. Razón de paisanaje, supongo. Yo veo al diputado Rego en la tribuna y estoy viendo al abad Veremundo (y ahora echo de menos la erudición de don Enrique Cal) en verbo excomulgatorio desde el ambón, alzada su voz sobre los bramidos del Cantábrico que se bate en A Coelleira.
Crece mi admiración por el diputado Rego desde que supe de su proposición para que el Gobierno que resignadamente sobrellevamos le compre a Cuba vacunas contra el Covid. De patente caribeña, claro es. Me adhiero a la moción, si bien encuentro algún motivo de reproche. Veamos: una vez metidos en faena, ¿por qué excluir de la operación sanitario-comercial las «goticas milagrosas» elaboradas en los laboratorios venezolanos a base de tomillo y orégano? El camarada Maduro explica con enorme claridad didáctica el modo de aplicación: «Se ponen diez gotitas debajo de la lengua, cada cuatro horas, y el milagro se hace».
Milagro: ahí está la clave, diputado Rego. Su señoría debería presentar inmediatamente una ampliación de la proposición no de Ley: además de ir a la lonja cubana, el Gobierno tendría que acudir al mercado gallego, cuya amplia oferta es tan milagrosa, por lo menos, como las goticas de Maduro y la vacuna de Díaz Canel. Haga memoria, hermano Rego: A Franqueira en A Cañiza, O Corpiño en Lalín, Os Milagros en Outeiro de Rei, Santa María de Augasantas (en el Cotobade de Antón Fraguas), O San Benitiño de Lérez, San Andrés de Teixido, O Cristo de Xende… ¿Será por milagros? Esperemos fervorosamente la próxima homilía nestoriana.