Asesinan en una emboscada al embajador de Italia en el Congo
▶ El convoy en el que viajaba Luca Attanasio fue asaltado por hombres armados
Como dice el profesor Cass Sunstein, se trata de una anécdota tan antigua que probablemente sea verdad. Cuando los autores de la Constitución de Estados Unidos llegaron a un consenso, tras calurosas deliberaciones a puerta cerrada durante el verano de 1787, la expectación era máxima en torno al resultado. La esposa del alcalde de Filadelfia, Elizabeth Willing Powel, intentó despejar la curiosidad colectiva preguntando al reverenciado Benjamin Franklin: «Entonces doctor Franklin, ¿qué nos han dado: una monarquía o una república?». A lo que el octogenario genio respondió: «Una república, si pueden mantenerla».
Esta historia, que apareció por primera vez publicada en 1803 entre la multitud de panfletos y ensayos generados por el gran experimento político americano, ha terminado por convertirse en una cita recurrente de un tiempo a esta parte, coincidiendo con la proliferación en toda clase de países occidentales de ataques a la democracia infligidos por la pinza que forman populismos de extrema izquierda y/o extrema derecha. El enciclopédico Franklin sabía muchas cosas, entre ellas que la libertad siempre se encuentra amenazada y por eso su apelación a futuras generaciones sobre el privilegio y responsabilidad que supone defender una democracia constitucional.
En su retorno como presidente a la Conferencia de Seguridad de Múnich, Joe Biden ha advertido sobre el peligro de la amenaza compartida en ambas orillas del Atlántico: el asalto a la democracia desde dentro del gobierno. No hace falta mirar muy lejos para ver que los políticos que más cuestionan la democracia son los que más hacen para que no funcione. Desde la apología de la violencia hasta la réplica iliberal al estado de derecho pasando por gravísimos perjuicios a la reputación internacional de países democráticos.
Un poco al estilo de Franklin, Biden ha insistido: «La democracia no se produce por accidente. Tenemos que defenderla, luchar por ella, fortalecerla, renovarla. Tenemos que demostrar que nuestro modelo no es una reliquia de nuestra historia; es la mejor manera de revitalizar la promesa de nuestro futuro».
La amenaza compartida por EE.UU. y Europa: el asalto a la democracia desde dentro del gobierno
El embajador italiano en la República Democrática del Congo (RCD), Luca Attanasio, de 43 años, fue asesinado junto a su escolta, el carabinero Vittorio Iacovazzi (30), en un ataque a un convoy de las Naciones Unidas cerca de la ciudad de Goma, en territorio de Kanyamahoro, en la parte oriental del país. Murió también el conductor congoleño Mustapha Milambo. Formaban parte de un convoy del Programa Mundial de Alimentos, dentro de la misión de la ONU para la estabilización en la RDC (Monusco).
Fuentes de la policía local explicaron que el embajador Attanasio y el carabinero fueron capturados y llevados a un bosque, después de que el comando matara a su conductor. El convoy fue atacado por al menos seis personas. Cuando llegó la Policía, procedente de un cuartel a pocos centenares de metros, se inició un tiroteo en el que murieron los dos rehenes. Según fuentes de los servicios de inteligencia citadas por la agencia italiana ‘Adnkronos’, el ataque fue llevado a cabo por los rebeldes hutu de las Fuerzas para la Liberación de Ruanda, que cruzan la frontera para robar, secuestrar y asesinar. Se trata del principal grupo de rebeldes ruandeses adheridos a la doctrina ‘Hutu Power’, que opera en la zona este del país. En ese territorio, en Virunga, en la frontera entre el Congo, Ruanda y Uganda, hay varios grupos armados. Ponen su atención en los guardias del Parque Nacional Virunga, famoso porque aquí viven alrededor de un tercio de los gorilas de montaña del mundo.
El convoy, compuesto por siete personas en tres vehículos jeep, fue asaltado a las nueve de la mañana, hora local del Congo (diez hora peninsular española). Se dirigían hacia Goma para visitar el Programa de Distribución de Alimentos Escolares del
World FoodProgrammen Rutshuru. Así lo hizo saber la agencia de la ONU, que especifica: «Con anterioridad, se había autorizado a viajar por esa carretera sin escolta por considerarla segura». En efecto, en las fotografías puede verse que los jeeps utilizados no estaban blindados. Pero algunos medios indican que se trata de una zona del país considerada de alto riesgo, por los rebeldes de las Fuerzas para la liberación de Ruanda.
La misión Monusco de la ONU para el mantenimiento de la paz en el Congo se inició en 2010 y está compuesta por más de 12.000 soldados de una veintena de países (la mayoría procedentes de India y Pakistán). Desde el inicio de la misión, 93 de sus integrantes han sido asesinados, lo que demuestra la peligrosidad del territorio en el que está llamado a actuar.
La fiscalía de Roma abrió una investigación por secuestro de personas con fines terroristas. Los magistrados, encargados de los delitos cometidos en el extranjero con víctimas italianas, delegaron la investigación en los Carabineros del Grupo de Operaciones Especiales, que llegarán este martes a Kinshasa, la capital del país.
Un país en luto
El ataque causó consternación en Italia. El presidente de la República, Sergio Mattarella, envió un mensaje de pésame a los familiares de las víctimas, destacando que el país está en luto: «La República Italiana está de luto por estos servidores del Estado que perdieron la vida en el cumplimiento de sus deberes profesionales en la República Democrática del Congo. Al deplorar este vil acto de violencia, todos los italianos se unen al dolor de los familiares de las víctimas, a quienes deseo enviar el más sentido pésame y la mayor solidaridad».
Igualmente, el primer ministro, Mario Draghi, ha expresado su profundo pesar y el de su gobierno. Mientras, el ministro de Asuntos Exteriores, Luigi Di Maio, que se encontraba en Bruselas, regresó de inmediato a Roma. «Las circunstancias de este brutal ataque aún no se conocen y no se escatimarán esfuerzos para esclarecer lo sucedido».
Los sospechosos Se cree que los culpables pueden ser rebeldes hutu ruandeses que cruzan la frontera para secuestrar