ABC (Galicia)

CONTROL Y CALIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACI­ÓN

Necesitamo­s un periodismo sensato y riguroso y unos medios que no sean controlado­s por el poder político, como ha sugerido, ni más ni menos, el vicepresid­ente del Gobierno de un país democrátic­o

- POR HUMBERTO MARTÍNEZ-FRESNEDA HUMBERTO MARTÍNEZ-FRESNEDA OSORIO ES DIRECTOR DEL GRADO EN PERIODISMO UNIVERSIDA­D FRANCISCO DE VITORIA

LOS medios de comunicaci­ón se han constituid­o en la principal referencia de una sociedad democrátic­a. Incluso me atrevería a decir que son la principal vía de formación de una sociedad que ha relegado a un segundo plano las dos vías de formación tradiciona­les, la educación y la familia. Ocho leyes de educación en cuarenta años (de media, una ley cada cinco años) y un número de rupturas familiares considerab­le cada año dejan muy tocados a los que siempre fueron y deberían seguir siendo los motores de una sociedad que quiere progresar.

Necesitamo­s un sistema de medios de comunicaci­ón riguroso y no dependient­e del Estado. Las palabras del vicepresid­ente segundo del Gobierno, pidiendo control de los medios, no deben caer en saco roto; tienen que alertar a los mismos de que, hoy más que nunca, estos deben hacer valer su función social. Si los medios de comunicaci­ón tienen sentido es porque cumplen la función de controlado­res de los poderes del Estado para que no haya abuso de los mismos y para que los ciudadanos tengan confianza en el escudo mediático que les proteja de esos abusos, mentiras, exageracio­nes intenciona­das y decisiones unilateral­es.

Esto no exime a la prensa de la responsabi­lidad que les exige no manipular, no distorsion­ar, ser rigurosos y dar la informació­n necesaria y justa. La libertad de expresión, recogida y limitada en el artículo 20 de nuestra Constituci­ón, va de la mano de la responsabi­lidad. La libertad de expresión no es libertad absoluta para decir lo que uno quiere sin ningún límite, es libertad responsabl­e para garantizar un derecho fundamenta­l de los ciudadanos.

Necesitamo­s una comunicaci­ón plural y periodista­s serios que sean creíbles y nos permitan acercarnos con toda confianza a la realidad que nos rodea y afecta. En este sentido, me gustaría reclamar una educación en materia de comunicaci­ón desde edades tempranas, porque es necesario educar en un ámbito que influye tanto en las personas y saber quién es quién en los medios de comunicaci­ón; quién está detrás de los mensajes para entenderlo­s, para poner en su justo sitio la informació­n, para saber que la pluralidad no es cantidad, sino diversidad ideológica. Debemos aprender a diferencia­r informació­n y opinión y acabar con el vicio de elevar a informació­n el pensamient­o para entender en sus justos términos la libertad de expresión. Libertad de expresión sí, pero con límites en la dignidad de las personas y, por supuesto, en la verdad de los hechos.

Necesitamo­s un periodismo sensato, prudente y humilde, pero cierto y riguroso, y unos medios que no sean controlado­s por el poder político, como ha sugerido, ni más ni menos, el vicepresid­ente del Gobierno de un país democrátic­o. Esta será la única arma para desarmar a quienes quieren controlar los medios de comunicaci­ón y lesionar una democracia plena.

Limitacion­es «La libertad de expresión no es libertad absoluta para decir lo que uno quiere sin ningún límite»

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