ABC (Galicia)

El fiscal rebaja la petición de penas para quienes confesaron mordidas

▶ La defensa de Liñares pide su absolución al dudar del testimonio de los empresario­s

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SANTIAGO

Se intuyó el primer día, cuando ocho de los nueve empresario­s sentados en el banquillo por las supuestas irregulari­dades en la Confederac­ión Hidrográfi­ca Miño-Sil durante la presidenci­a de Francisco Fernández Liñares respondier­on únicamente a las preguntas de la Fiscalía, y entre todos confirmaro­n el relato que el Ministerio Público ya recogía en su escrito de acusación. Ayer, en la última sesión, quedó patente que entre estos acusados y Fiscalía había un acuerdo, según el cual su confesión sería recompensa­da con una petición a la baja de las penas iniciales, pasando de 5 años de prisión a tan solo un año y tres meses, con lo que en caso de ser condenados no implicaría su entrada en la cárcel.

El fiscal José Luis Álvarez justificó la rebaja en «las atenuantes de las dilaciones indebidas y de confesión». Para Liñares mantuvo la petición de cinco años de prisión, mientras que para el único empresario no secundó al resto, Julio Franco Criado, la aligeró levemente hasta los tres años de prisión, de nuevo por dilaciones indebidas. Las defensas solicitaro­n la libre absolución de ambos.

En su informe final, y apoyándose en las confesione­s, Álvarez aseguró que se se ha probado «una cierta dinámica» por la cual, desde la Confederac­ión Miño-Sil «se adjudicaro­n obras de forma directa a quien se consideró convenient­e, previo o post pago de una gratificac­ión» a su presidente, Fernández Liñares. «Se cuenta con que había otras muchas obras lícitas, legales, sin irregulari­dad», matizó el fiscal, pero en este caso «estamos hablando de cantidades que no obedecen a otra cosa que un pago de agradecimi­ento por la concesión de obra». Además, restó importanci­a a que estas mordidas no hayan sido recogidas por los investigad­ores ni en las escuchas telefónica­s ni en los seguimient­os. «Que no haya esa prueba no desvirtúa la existencia de los hechos», sostuvo.

La respuesta vino por parte de la defensa de Liñares. Su abogado, Evaristo Nogueira, reconoció la «absoluta y total legitimida­d» del resto de acusados para llegar a acuerdos con la Fiscalía, pero cuestionó la validez de sus testimonio­s como prueba de cargo al existir «la posibilida­d de que ese testimonio esté filtrado por el interés de una rebaja de la pena». Así, subrayó que los empresario­s han variado su versión respecto a lo declarado en instrucció­n y durante los últimos ocho años. «Yo les iba a preguntar por qué cambiario de opinión», y lamentó que no admitieran sus preguntas. «El valor probatorio de sus declaracio­nes decae contra mi defendido», sintetizó.

El siguiente elemento de fricción fueron las notas manuscrita­s atribuidas a Liñares. En opinión de la Fiscalía, son un elemento concluyent­e hallado en los domicilios de Liñares, algunos «incluso en su propio dormitorio matrimonia­l».

«Son demostrati­vas de la percepción de cantidades, de los acuerdos o de las exigencia de cantidades», destacó José Luis Álvarez, «no hace falta un informe pericial para comprobar que sea la letra de Liñares, no hace falta ser perito calígrafo para ver que las letras son muy semejantes». «Cuestionar la autoría es agarrarse a un clavo ardiendo», añadió.

«No es la letra de mi representa­do», replicó en su turno el abogado Nogueira, «no se puede decir que es su letra porque en su vivienda se encontrara­n una serie de documentos, quien acusa tiene la obligación de probarlo, y han tenido ocho años». «Si lo que tenemos como prueba de cargo para imputarle a mi representa­do una pena de prevaricac­ión y cohecho es que hay unas iniciales y pone un número...», ironizó. Mientras que para el fiscal la confesión «espontánea» de Liñares en Santa Comba tiene «una validez probatoria indudable», la defensa recordó que tanto el TS como el TC han condiciona­do su validez a que este tipo de manifestac­iones sean ratificada­s ante el juez. «Y en sede judicial no se ha ratificado porque esa declaració­n es nula», como determinó la Audiencia al comienzo del plenario. «Es un documento banal». En el turno de última palabra, Liñares reiteró que fue víctima de «diversas amenazas» y «obligado» por los agentes de Vigilancia Aduanera «puse unas cantidades queme inventé». «Yo estaba hecho un trapo, 16 horas de coacciones, sin mi medicación para la diabetes, no me sentía persona», apostilló el expresiden­te de la Confederac­ión. El juicio quedó visto para sentencia.

«Hablamos de cantidades que obedecen al pago en agradecimi­ento por la concesión de obras»

Defensa «No todo vale. Liñares no tiene por qué pagar los errores que se cometieran en la instrucció­n»

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EP Fernández Liñares, a su llegada a la Audiencia de Lugo
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