MONNET & CO.
El nuevo presidente de Estados Unidos quiere aprovechar a fondo sus dos primeros años de mandato, antes de que las elecciones puedan afectar a la exigua mayoría demócrata en el legislativo. Por ahora encuentra mucha resistencia en el Capitolio para pactar medidas de estímulo económico. Su éxito más palpable es que los republicanos no han boicoteado los nombramientos presidenciales para configurar la Administración demócrata. Desde Florida, Donald Trump sigue controlando a la mayoría de estos congresistas y senadores y prepara su venganza contra los díscolos centristas que apoyaron el segundo ‘impeachment’ y proponen pasar página del furor trumpista. Les espera en las primarias estatales, en las que apoyará con financiación y respaldo total a candidatos tan escorados como fiables. Mañana domingo el presidente número 45, como se llama a sí mismo, reaparece en Orlando ante un público entregado, con un discurso inspirado en una única idea fuerza: ‘el partido republicano es mío’. Ante la terca persistencia de la mentalidad de choque, Joe Biden ha elegido recorrer otros pasillos por los que puede avanzar: vacunas, inmigración, comercio, política exterior y defensa. En todos estos ámbitos el presidente de Estados Unidos goza de una amplia discrecionalidad. No necesita llegar a laboriosos consensos con sus rivales políticos y puede exhibir resultados en poco tiempo.
En materia comercial, la nueva representante Catherine Tai, de origen taiwanés, ha dejado claro que no pilotará una vuelta al libre comercio. Reinventa el proteccionismo del presidente Trump, pero con foco y método: se dispone a tomar medidas que protejan a los trabajadores y al medio ambiente, manteniendo tarifas y sanciones contra China si es necesario. En cuestiones de defensa, Joe Biden ha ordenado una primera acción militar, un bombardeo en Siria en represalia por ataques contra norteamericanos en Irak. El secretario de Estado, Anthony Blinken, ha proclamado en la OTAN ante sus homólogos europeos «estamos de vuelta», un eslogan con el que restaura una relación de socios que comparten los mismos valores democráticos. Pero para que la alianza funcione, advierte, es necesario un aumento de los presupuestos nacionales de defensa, un aviso a navegantes bien conocido.