El juez frena la toma de control de Abengoa por los minoritarios
▶ Habrá junta cuando se hayan nombrado los administradores concursales de la matriz
El juez de lo Mercantil número 3 de Sevilla, Miguel Ángel Navarro Robles, declaró ayer el concurso voluntario de acreedores de Abengoa S.A., matriz de la multinacional. Asimismo, a petición de la empresa, suspendió cautelarmente la junta general de accionistas convocada para el día 3 de marzo, en la que se iba a votar la reprobación y destitución del actual consejo, presidido por Juan Pablo López-Bravo, y el nombramiento de un nuevo órgano de gobierno, al frente del cual estaría Clemente Fernández, representante de los minoritarios.
Abengoa pidió la suspensión cautelar de la junta de accionistas por entender que las decisiones que se adoptaran podrían «afectar también decisivamente el devenir inmediato de la entidad, e incidir negativamente en su situación patrimonial, dadas además las diferencias de futuro ya públicamente aireadas entre socios». Para ganar tiempo y evitar el cese inmediato del consejo, dado que los minoritarios controlan a través de la sindicatura AbengoaShares el 18% del capital social, la empresa pidió que la suspensión cautelar fuera «al menos» hasta que la administración concursal sea designada.
El juzgado comunicó su decisión a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), toda vez que Abengoa S.A. es una empresa cotizada, y le ha pedido el nombramiento de uno o varios administradores. Todo apunta a que E&Y podría ser elegido uno de los administradores concursales, toda vez que lo ha sido ya del 90% de las empresas del grupo que están en concurso y la consultora conoce a fondo la situación de la multinacional. Además, el juez plantea que la Agencia Tributaria pueda nombrar a otro administrador.
La suspensión de la junta se produce después de que los minoritarios entregaran en la sede de la compañía 992 votos por correo de accionistas que representan el 7,5% del capital social. Además, la sindicatura cuenta con otros mil votos delegados para el voto telemático, que representan otro 8%.
La decisión judicial fue recibida con sorpresa y estupefacción por los minoritarios. Clemente Fernández acusó ayer al Banco Santander, uno de los principales acreedores de Abengoa y propietario de algo más de un 2% de la multinacional, de estar detrás de la petición hecha por la compañía para suspender la junta. «La junta estaba ganada de antemano y por eso Abengoa ha querido suspenderla. El Santander tiene las garras muy largas», añadió Fernández.
A juicio del candidato de los minoritarios, la decisión del juez permitirá «al actual consejo de administración, controlado por ese banco, ganar tiempo para seguir manejando la filial Abenewco1, que concentra el negocio de la multinacional, y además evitar que los minoritarios agrupados en la sindicatura AbengoaShares nos hagamos con el control de la compañía y veamos la documentación sobre lo que han hecho y lo que están haciendo, ya que de ello pueden derivarse responsabilidades patrimoniales».
Hace tiempo que la inflación desapareció de la larga lista de nuestras preocupaciones. Tras años de globalización profunda, competencia creciente y deflación tecnológica nos aterraba más su ausencia que su potencial crecimiento. Hasta el punto de que los bancos centrales no conseguían reanimarla y cumplir sus modestos objetivos de precios ni con inyecciones oceánicas de dinero. Pero esta semana han sonado las alarmas. Las subidas de algunas materias primas, las ventas de deuda en los EE.UU. y la recuperación de los precios industriales en varios países han devuelto a la inflación a las primeras páginas de la actualidad. De momento es más una cuestión de expectativas que la constatación de un problema real, pero ahí tenemos, en cualquier caso, un nuevo tema de debate.
¿Nos conviene que suban los precios o es mejor que permanezcan congelados? Para responder a esta pregunta no hay más remedio que utilizar el comodín del gallego y contestar ‘depende’. Porque depende de varios factores. No es lo mismo una inflación que tenga su origen en el alza de materias primas, que a nosotros no nos conviene por carecer de ellas, que una provocada por una reanimación de la demanda, que tal y como están las cosas de paradas sería poco menos que milagrosa, máxime si recordamos el enorme tamaño de la capacidad productiva infrautilizada.
Y también depende del punto de vista. Si es usted un ahorrador tradicional de renta fija, un aumento de la inflación le erosionaría su patrimonio, pero habilitaría una subida de los tipos de interés. Si, por el contrario es un empresario endeudado, debería temer un encarecimiento de sus inversiones. Y no digamos nada si es usted responsable de una administración pública. ¿Se imagina que sucedería si tuviésemos que pagar el servicio de nuestros 1,3 billones de deuda a precios superiores? Imagine por un momento que Europa nos impone una senda de consolidación fiscal y que, encima, nos salga más cara. ¿De dónde sacaríamos los recursos, qué gastos recortaríamos y qué ajustes realizaríamos? Le aconsejo que no se presente a las elecciones que elijan al gobierno que se enfrente a la tarea.
Le aconsejo que no se presente a las elecciones que elijan al gobierno que se enfrente a la tarea