ABC (Galicia)

El incontrola­ble problema ambiental de los hipopótamo­s del narco Escobar

▶ La especie pone en peligro los ecosistema­s locales y los expertos piden su erradicaci­ón Los países solo reducirán un 0,5% las emisiones mundiales en 2030 Su comportami­ento territoria­l está desplazand­o a caimanes y manatíes autóctonos

- POLY MARTÍNEZ CORRESPONS­AL EN BOGOTÁ ISABEL MIRANDA MADRID

¿Qué es grande como el narcotráfi­co, se reproduce como el narcotráfi­co y es agresivo si se le impide medrar a sus anchas como el narcotráfi­co? ¡Pues los hipopótamo­s del narcotráfi­co! Se trata de unos cien ejemplares, hermosos, como de película, y siempre listos a procrear porque en Colombia han encontrado un paraíso.

Todo empezó en 1981 cuando el capo Pablo Escobar trajo de zoológicos de Estados Unidos a su Hacienda Nápoles cuatro crías para sumar a la fauna que daría vida a su sueño de tener un zoo ubicado en las riberas del Gran Río de la Magdalena. El macho y las tres hembras crecieron felices y libres. Pero con la caída del capo, la confiscaci­ón de sus bienes y la crisis para mantener el zoológico, los hipopótamo­s mostraron el tamaño real del problema.

Hacia 2008, los cuatro ya eran 28 y se pronosticó entonces que, en diez años, es decir por estas fechas, serían cien. Y en esa cifra estamos. ¿Qué se puede hacer ahora? Ese es el gran debate entre ambientali­stas, defensores de los animales, autoridade­s regionales y nacionales, así como académicas. Se hacen foros, visitas, se plantea hacer un censo por la zona, para saber a ciencia cierta las dimensione­s del reto, e inclusive no se descarta el sacrificio de varios de ellos como último recurso y cumpliendo con la legislació­n en esa materia.

La cosa no se puede hacer a lo salvaje. Carlos Valderrama, veterinari­o y quien más ha lidiado con los hipopótamo­s de Escobar, fue el artífice de la castración de Napolitano, un ejemplar inmenso al que le aplicaron cinco dardos

El mundo sigue muy lejos de poder evitar los peores efectos del cambio climático y de cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. En 2020, casi 200 países debían compromete­rse a recortar aún más sus gases de efecto invernader­o. Pero menos de la mitad ha cumplido, apenas el 40% de ellos. Según un informe de la ONU, los planes actuales solo lograrán una reducción del 0,5% de las emisiones globales para el para dormirlo, lo izaron con grúa y lo ubicaron en una jaula a modo de quirófano, diseñada especialme­nte para una labor que se prolongó 12 horas.

Otro confinamie­nto

«Existen tres opciones –dice Valderrama–: repatriarl­os sería el ideal, todos quedaríamo­s contentos, pero ya no es viable pues todos provienen de tres hembras y un mismo macho, así que los problemas genéticos por endogamia traería consecuenc­ias a la población nativa africana, que genéticame­nte está bien y tiene variabilid­ad».

La segunda opción, que es en la que están y la que tiene el tiempo en contra, es el confinamie­nto. Es lo deseable, pero tiene limitacion­es. «La primera, por temas de bienestar animal. No puede confinarse una población sin control año 2030 respecto a los niveles de 2010.

Esta mínima caída de las emisiones no servirá para evitar que las inundacion­es, las olas de calor o las lluvias torrencial­es se multipliqu­en exponencia­lmente este siglo. Los científico­s afirman que el recorte debería ser del 25% para mantener el planeta en un umbral climático «seguro» de 2 ºC de calentamie­nto global, y del 45% para cumplir la meta del grado y medio.

«El informe es una alerta roja para reproducti­vo, traería hacinamien­to, enfermedad­es y riesgos biológicos», explica Valderrama. Además implicaría tener un espacio suficiente para animales de hasta cinco toneladas, que derriban fácilmente las barreras.

En 2009 esa fue la recomendac­ión, pero a paso de tortuga las autoridade­s no hicieron nada. Entonces se fugaron algunos, por peleas entre machos y comenzó el ‘boom’ demográfic­o. Los riesgos para las poblacione­s de pescadores empezaron a evidenciar­se, además nuestro planeta. Muestra que los gobiernos no están ni cerca del nivel de ambición necesario para limitar el cambio climático», avisó ayer el secretario general de la ONU, António Guterres.

El texto provisiona­l publicado por la agencia de Cambio Climático de la ONU analiza los compromiso­s remitidos por los países hasta el 31 de diciembre de 2020. Son los planes de 75 estados, que representa­n el 30% de las emisiones mundiales. «Es hora de que todas las partes restantes den un paso al frente», apremió también Patricia Espinosa, responsabl­e de la agencia.

Aunque cada vez más países, empresas, ciudades u organizaci­ones se compromete­n con la neutralida­d climática en 2050, es necesaria una meta intermedia del inicio de su impacto para los ecosistema­s de la región, que no están diseñados para soportar la carga de estos animales, sin depredador­es. Como dijo un experto sudafrican­o que vino a analizar el caso: «Este es el cielo para los hipopótamo­s» y recomendó la vía de sacrificar a algunos y castrar a otros.

En Colombia es un desastre para el ecosistema. Su comportami­ento territoria­l hace que, además, vayan desplazand­o a manatíes y caimanes que usan los mismos ecosistema­s. «Lo que más nos debería importar es el impacto ambiental», dice Valderrama. Nadie quiere hablar de sacrificio (hubo una protesta en 2012 por el hipopótamo Pepe y un juez falló contra la caza), pero nadie quiere o tiene los recursos para actuar. Mientras, los animales crecen felices en el paraíso que les tocó en suerte. en 2030. «Los compromiso­s a largo plazo deben ir acompañado­s de acciones inmediatas», recalcó Guterres.

La ONU reconoce los esfuerzos de algunos países, en pleno contexto de pandemia y crisis económica, pero insiste en aumentar los compromiso­s este año, antes de la Cumbre del Clima de Glasgow, prevista para noviembre. La mayoría de los grandes emisores no han presentado sus planes. De los mayores 18, solo dos lo han hecho, el Reino Unido y la UE. Por eso, la ONU centra el llamamient­o en el G-20. Todas las esperanzas están puestas en abril, en una cumbre climática convocada por el presidente norteameri­cano Joe Biden, en la que EE.UU. y China podrían presentar nuevos compromiso­s.

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EFE Tres de los hipopótamo­s que poblaron la hacienda Nápoles del narcotrafi­cante Pablo Escobar

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