ABC (Galicia)

El ‘trumpismo’ saca músculo en el gran foro conservado­r

▶ La Cámara aprueba el paquete Covid de 1,9 billones de dólares, que pasa ahora al Senado

- MANUEL TRILLO

mueren personas en el este de la RDC. La guerra sigue siendo una amenaza», lamenta la congoleña Nicole Ndongala (Inongo, RDC), directora de la asociación Karibu. «La ciudad de Goma es uno de los lugares más peligrosos del mundo. El sufrimient­o de las mujeres en la zona es brutal», lamenta. «La violación se usa como arma de guerra, como botín de guerra y para amedrentar al enemigo», denuncia también Freixa. «En Kivu del Norte, hay grandes yacimiento­s de coltán, una aleación química que permite hacer teléfonos móviles. Aquí mataron al embajador Attanasio», puntualiza el historiado­r.

Además del coltán, la RDC también es rica en estaño, oro, diamantes o cobalto, que se emplea en la fabricació­n de las baterías de ion de litio. La explotació­n minera prueba la brutalidad de una economía devorada por la corrupción y la guerra. En 2019, la organizaci­ón Internatio­nal Rights Advocates presentó una denuncia en EE.UU., acusando a compañías como Apple, Tesla, Google o Microsoft de obtener material para sus productos gracias a la mano de obra infantil, mediante la extracción de cobalto en la provincia de Katanga, al sur de la RDC. Con jornadas de doce horas de trabajo, recibiendo apenas un dólar o dos por su esfuerzo y padeciendo el riesgo de sufrir fibrosis pulmonar o dermatitis, los menores se jugaban la vida por sueldos exiguos y dejaban de acudir al colegio, como denunció Amnistía Internacio­nal en un informe de 2016.

«Las razones de la inestabili­dad en el este de la RDC son varias», explica el congoleño Nestor Nongo (Bayaya, RDC, 1968). Para este analista de informació­n africana, «la lucha por el espacio, por el territorio, en una zona muy poblada, está en el origen de la violencia que asola la región».

Según Naciones Unidas, más de 2.000 civiles fueron asesinados al este de RDC en 2020. Mientras el conflicto siga, la cifra no parará de aumentar.

Las filas del Partido Republican­o siguen, en su gran mayoría, fieles a Donald Trump. La derrota electoral –que él nunca aceptó–, el asalto al Capitolio del 6 de enero y el segundo ‘impeachmen­t’ al que fue sometido no parecen haber hecho mella en el amplio respaldo del que goza, a la vista de lo que trasciende del gran foro de los conservado­res estadounid­enses que se celebra estos días en Orlando (Florida). Hoy se espera el plato fuerte, que no será otro que el propio expresiden­te en su reaparició­n tras su salida de la Casa Blanca.

Una gran estatua en falso oro de Trump, en chanclas y con bañador o pantalón corto con los colores de la bandera de EE.UU., se ha convertido en la imagen de la idolatría que sigue concitando entre una mayoría de los republican­os. La extravagan­te efigie se ha hecho popular entre los asistentes a la Conferenci­a Conservado­ra de Acción Política (CPAC, por sus siglas en inglés), por el que desfilan desde el viernes buena parte de los personajes en boga dentro de ese ámbito político.

Es la primera vez que este evento anual se traslada fuera del entorno de Washington DC y el destino elegido, Florida, no parece casual. Ese estado, donde Trump ha fijado su residencia, se ha convertido en el gran feudo republican­o y, sobre todo, de fidelidad al expresiden­te. Mientras que en las últimas elecciones perdió en otros estados donde había ganado en 2016, en Florida incluso cosechó más apoyo.

Un indicio de la hegemonía que el ‘trumpismo’ mantiene es que no ha sido invitado Mitt Romney, una de las figuras del partido que más se ha destacado por alzar la voz contra el expresiden­te a lo largo de su mandato, ni Mitch McConnell, el líder republican­o en el Senado, que se pronunció a favor de que se celebrara el último ‘impeachmen­t’. Ayer estaba prevista la intervenci­ón del senador por Florida Marco Rubio, que no ha apoyado la denuncia de fraude electoral de Trump, pero se ausentó a última hora alegando problemas familiares.

Sí han comparecid­o el otro senador por Florida, Rick Scott, y el senador por Texas Ted Cruz, así como el que fue secretario de Estado con Trump hasta hace unas semanas, Mike Pompeo. Una de las frases más celebradas por el público fue esta pronunciad­a por Cruz el viernes, respondien­do a quienes quieren que el expresiden­te abandone la política de una vez por todas: «Dejadme deciros esto ahora mismo: Donald J. Trump no se va a ir a ninguna parte».

Había abierto las intervenci­ones del foro el gobernador de Florida y también ‘trumpista’ declarado, Ron DeSantis, que se refirió a su estado como un «oasis de libertad» e hizo las delicias de la audiencia al proclamar: «No volveremos al fracasado ‘establishm­ent’ republican­o del pasado».

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El expresiden­te regresa hoy

En ese ambiente de exaltación de su legado se presentará hoy Trump para poner la guinda a la Conferenci­a conservado­ra. No había vuelto a hablar en público desde que dejó el poder el pasado 20 de enero y se refugió en su mansión de Palm Beach.

Su sucesor, Joe Biden, no tiene intención de prestar mucha atención a lo que suceda en Orlando. Al menos eso es lo que dio a entender la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, cuando se le preguntó: «Nuestro foco no está puesto desde luego en lo que dice el presidente Trump», respondió.

El actual mandatario aparenta estar más centrado en su propia agenda, como en sacar adelante su ambicioso plan de rescate por la pandemia, de 1,9 billones de dólares (casi 1,6 billones de euros). Este amplio paquete de estímulo para la economía impulsado por los demócratas obtuvo el viernes la aprobación de la Cámara de Representa­ntes. En él se incluyen ayudas directas de 1.400 dólares y la subida del salario mínimo a 15 dólares la hora, si bien ahora debe pasar por el Senado, donde es posible que encuentre más oposición y resulte enmendado. Después regresará a la Cámara para su aprobación definitiva.

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