ABC (Galicia)

El Barça aspira a la Copa

▶ Los azulgranas avivan su sueño en la Liga e invitan a pensar en una remontada el próximo miércoles Los goles de Dembélé y Messi sentencian un duelo en el que el Sevilla generó muy poco ofensivame­nte Los exactos motivos por los que el vulgo odia a Laport

- SALVADOR SOSTRES

El Barça está exactament­e a una semana de cambiar su suerte. Joan Laporta ganará las elecciones el próximo domingo, y este equipo, con los mismos jugadores y el mismo entrenador, volverá a tener, pasados tantos años, una misión, un destino. ¿Quién ganó las tres Champions consecutiv­as? ¿Zidane? ¿Cristiano? ¿Keylor? No. Ni en lo individual ni en su conjunto fue brillante el juego de aquel equipo. Las Champions, si no eres Guardiola, no se ganan con técnica, sino con espíritu.

Las tres seguidas las ganó Florentino, el espíritu de Florentino, el alma sublimada del Madrid, tal como el Barça emergió de las ruinas con Laporta, y no por un sistema, y no por unos jugadores, sino por la intuición que Joan tuvo, por su fuerza y por su idea, por su gusto por vivir, por su insobornab­le alegría. Él se la jugó entregándo­le a Pep el primer equipo. Saltó al abismo, es cierto. Pero se equivocan los que dicen que fue suerte. Saltó al abismo, claro, y tomó un gran riesgo, pero sabía perfectame­nte lo que hacía.

El equipo con que el Barça se presentó ayer en Sevilla no fue muy distinto del que saltará el 10 de marzo en Saint-Denis para afrontar la improbable

Bono Navas Koundé Diego Carlos (46) Escudero Jordán Fernando Rakitic (63) Munir (46) De Jong (63) Papu Gómez (46)

Rekik (46) Suso (46)

En-Nesiry (46) Oliver Torres (63) Óscar (63) m.29: Dembélé; m.85: Messi.

(Comité Las Palmas). Amonestó a Fernando, Diego Carlos, Messi, Lopetegui, Escudero, Rekik, Dembélé y Jordán.

tarea de remontar el 1 a 4 contra el PSG. Pero aunque el Barça no pase a cuartos, estoy convencido de que veremos algo distinto: un nuevo ímpetu, un mejor destino, la sensación de que volvemos a saber quién somos, y a qué jugamos, y qué queremos. Los exactos motivos por los que el vulgo odia a Laporta son los que minuciosam­ente explican por qué merece la pena.

Su rival, Víctor Font, dice que Laporta es la nostalgia y que él es el futuro. «No hay tiempo más triste –según sentencia de Jaime Gil de Biedma– que el futuro pasado». Tiene razón siempre Jaime, pero hay un tiempo aún más trágico, que es el futuro muerto.

Este Víctor Font, cuya principal propaganda es que lleva siete años preparando su candidatur­a, me pregunto en todo este tiempo, qué habrá hecho. Sean ustedes laportista­s o no lo sean, les recomiendo que nunca usen como argumento el tiempo que llevan preparando algo. No sea que les pase como a Font, que al final, cuando les arrasen, además de como unos fracasados queden como unos necios.

Triste y deprimente

El partido no era nada, ni sabía a nada, ni hubo nada consignabl­e salvo el gol de Dembélé, cuyo mérito estuvo tanto en su ejecución como en la asistencia filtrada, y afortunada, de Messi. El Barça ganaba, el Sevilla no acababa de encontrars­e, pero el fútbol era triste y deprimente. Es verdad que el Barça se creció con el gol, pero todo lo que hacía era tosco e impreciso. Es verdad que en su responsabi­lidad individual, los jugadores presionaro­n más, estuvieron más concentrad­os, como si respondier­an al estímulo de estar jugando un partido importante contra el Sevilla. Pero con este fútbol, por su falta de alma y de sino, no se conquista nada, y a duras penas se mantiene lo que uno tiene. Partido serio, aburrido y que en las radios cosechaba excesivos elogios porque el Barça ganaba. Sin el gol, nadie habría dicho tanto. De hecho, nada puede realmente cambiar hasta que no cambie el paradigma.

Reacción de Lopetegui

El Barça empezó a regular su presión tras el descanso, ‘regular’ como prometen los yogures bio para que hagan de vientre a partir de una cierta edad las señoras. Lopetegui reaccionó bien con un tercer central y mientras el Barça poco a poco se regulaba, el Sevilla poco a poco llegaba. Pero Dest casi marcó tras una larga posesión de profundida­d activada cuando Messi decidió acelerar, y Dembélé se salió en la siguiente jugada, pero Messi la remató como si no fuera Messi. Koeman sofocó la tímida reacción local, pero el Sevilla no se rendía.

Araujo entró por Piqué, y Pedri, lesionado, se retiró y entró Ilaix, en un quiebro más de esta fijación antiRiqui que tiene Koeman y que a mí, justo lo contrario de la grada culé más fanática, me hace mucha gracia. Araujo también cayó. Entró Umtiti. Marcó Messi el segundo, tras un bello recorte. El Barça llegó con profesiona­lidad donde el talento no le alcanzaba.

Remontar en la Copa no parecía ya una meta tan inalcanzab­le. Trabajada victoria, pero para nada inspirada. De todos modos da igual, esto en una semana cambia.

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