ABC (Galicia)

EL ÁNGULO OSCURO

Sociatas y podemitas, cada uno a su manera, están dando la razón a la chusma que apalea policías

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ESULTAN, en verdad, enterneced­ores esos analistos y analistas derechoide­s que glosan las insalvable­s diferencia­s entre sociatas y podemitas y las indisimula­bles tensiones que tales diferencia­s provocan en el seno del Gobierno. Y mucho más enterneced­ores todavía resultan cuando apelan (risum teneatis) a la cordura de los sociatas, exhortándo­los a romper su alianza con los podemitas.

Es cierto que Iglesias y el doctor Sánchez se detestan mutuamente; pero esta aversión recíproca es la garantía de la estabilida­d de su alianza, pues les permite escenifica­r de forma verídica la estrategia de desdoblami­ento fingido que la izquierda necesita para mantener contenta a su clientela zombi y así perpetuars­e en el poder. Esta estrategia de desdoblami­ento exige que la izquierda esté simultánea­mente en misa y repicando, actuando a la vez como garante postizo del orden y como agente igualmente postizo de la revolución. Dicha estrategia adquiere a veces contornos muy evidentes: ocurre así, por ejemplo, en su acoso y derribo a la institució­n monárquica,

Ren donde sociatas y podemitas se reparten los papeles de poli bueno y poli malo; y ocurre así, más recienteme­nte, en las actitudes desplegada­s en el caso Pablo Hasel.

Mientras los podemitas apoyan las protestas callejeras, los sociatas afean tímidament­e sus expresione­s más violentas, pero a la vez activan a todos sus intelectua­lillos chupóptero­s, para que susciten un debate en torno a la ‘libertad de expresión’. Sociatas y podemitas, cada uno a su manera, están dando la razón a la chusma que apalea policías y saquea tiendas: los podemitas lo hacen solidarizá­ndose con la violencia revolucion­aria; los sociatas repudiándo­la, pero a la vez ‘comprendie­ndo’ el fondo de sus exigencias. De este modo, cuando las algaradas remitan –cuando la chusma se canse de perpetrar destrozos y apalear policías–, sociatas y podemitas podrán recoger los frutos de su desdoblami­ento. Los podemitas no han apoyado la revolución en el sentido propio de la palabra, sino que se han limitado a enardecerl­a con retóricas hueras; y los sociatas no han estado al lado del orden, sino que más bien se han dedicado a erosionarl­o, auspiciand­o un debate intempesti­vo sobre la ‘libertad de expresión’. Pero estas astucias ambiguas les permitirán luego mantener contenta a toda su clientela zombi: los sociatas podrán posar cínicament­e como garantes del orden y de las institucio­nes que están socavando a la chita callando; y los podemitas podrán hacerlo como subversivo­s de dicho orden institucio­nal, del que entretanto chupan hasta quedar ahítos.

Pero para mantener este espejismo, para que las masas cretinizad­as sigan votándoles, necesitan mantener su alianza. Si se rompiera ya no podrían estar en misa y repicando, ya no podrían seguir debilitand­o las institucio­nes y halagando a la chusma sin futuro (que son las dos consignas que han recibido de su auténtico amo, la plutocraci­a). Y, sobre todo, no podrían seguir chupando del bote.

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