El Teatro Real presenta una ‘Norma’ entre Astérix y Garibaldi
▶Justin Way firma una producción que subraya el paralelismo entre la ocupación romana de la Galia y la de Austria en la Italia decimonónica
Felice Romani, libretista de la ópera ‘Norma’, a la que puso música Vincenzo Bellini, situó la acción de la obra en la Galia de 50 a. C., todavía bajo la ocupación romana (a la que se resistía la aldea de Astérix, sí). Se estrenó el 26 de diciembre de 1831 en la Scala de Milán, ciudad que, como el norte de Italia, se encuentra ocupada por Austria desde el Congreso de Viena de 1915. Este paralelismo es la base de la nueva producción de la ópera que presenta a partir del próximo miércoles el Teatro Real encargada al australiano Justin Way, un hombre de la casa, ya que es su actual director de producción.
Way sitúa la acción en un viejo teatro italiano donde se ensaya la ópera. El argumento de ‘Norma’ se entremezcla con los secretos movimientos nacionalistas en los que están envueltos los intérpretes. De Astérix a Garibaldi. «Los teatros de ópera eran el lugar donde se encontraban las sociedades de las ciudades –explica Justin Way–. Así, mientras el auditorio cumplía un papel social, parece ser que el escenario era lugar para el escapismo. Desde él llegaban historias de aventuras, situadas siempre en el pasado y con exóticas puestas en escena. No era el lugar para las historias de la sociedad y política contemporáneas, pero, como vemos en ‘Norma’, un escenario romántico y remoto puede servir para destacar temas de vigencia actual, y, en esos momentos, no había tema más candente que el de un pueblo que debía decidir si rebelarse o no contra sus conquistadores».
«Historias como las de ‘Norma’, de pueblos defendiéndose de la conquista romana –dice Joan Matabosch, director artístico del Real–, tenían un sentido muy fácilmente identificable para los espectadores italianos. El tema no aparecía explícito en la trama, pero todo el mundo comprendía exactamente de qué se estaba hablando y por qué. La asimilación de los milaneses a los galos era, por parte del público, automática. Se sentían, como dice Theodor Mommsen de los galos, «un pueblo testarudo, ingobernable, con tendencia a la resistencia, que solo se puede dominar con especial severidad».
La reina de las óperas
Aunque Marco Armiliato, el director musical de las funciones, se refiere a ‘Norma’ como «la reina de las óperas» y habla de ella en términos ‘fundacionales’ de lo que sería el género, la obra es conocida, fundamentalmente, por el aria de la protagonista ‘Casta Diva’, y es imposible desligarla de la que sin duda fue la gran intérprete del papel en el siglo XX: Maria Callas. La soprano griega dio al papel de la sacerdotisa gala –como a muchos otros roles que abordó– una nueva dimensión, tanto en lo vocal como en lo interpretativo (si es que ambos aspectos se pueden desligar). De Norma dice Justin Way que «es un personaje de tal envergadura que resulta casi inabarcable. El libretista y el compositor la muestran desde todos los puntos de vista: importante sacerdotisa y portavoz de los dioses, amante, madre, esposa abandonada, amiga y alma gemela, jueza, ejecutora y víctima sacrificial. Conocemos múltiples aspectos de una misma persona. Resulta paradójico que las óperas de su época se recuerden por la pasividad y fragilidad de sus heroínas. En Norma encontramos una mujer absolutamente moderna: fuerte, atrevida y activa en la toma de decisiones».