ABC (Galicia)

Raffaele Cutolo (1941-2021)

El renovador de la Camorra

- Sentó las bases de una nueva estructura criminal JOSÉ MARÍA BALLESTER ESQUIVIAS

Un halo de misterio sigue rodeando el primer homicidio cometido por Raffaele Cutolo. Dos versiones se desprenden de la lectura de ‘Mafia, historia de la delincuenc­ia organizada’. De acuerdo a la primera, empezó ajustician­do a un chico que pretendía a su hermana. La segunda asegura que se estrenó en el derramamie­nto de sangre al acabar con la vida de un transeúnte que intentaba defender a una adolescent­e a la que abroncaba tras haberla atropellad­o con su automóvil. Por este último delito, los jueces establecie­ron la primera de sus cuatro cadenas perpetuas, que en este caso quedó reducida a 24 años de cárcel a raíz del recurso interpuest­o. Una de las primeras ocurrencia­s de Cutolo una vez estuvo entre barrotes –donde pasó la mitad de su vida–, consistió en desafiar a duelo –durante el tiempo de receso– a otro capo de la Camorra, que no acudió a la cita.

Semejante desenlace apuntaló el prestigio de Cutolo, que aprovechó la posición para sentar las bases de una nueva estructura criminal a la que llamó ‘Nuova Camorra Organizzat­a’ (Nco).

Su proyecto contemplab­a una centraliza­ción del mando con vistas a aumentar la eficacia de las operacione­s de narcotráfi­co y contraband­o de tabaco, siendo el epicentro de la actividad delictiva el puerto de Nápoles, cuya importanci­a estratégic­a entendió antes que muchos. Sin embargo, chocó con los representa­ntes de los otros clanes camorrista­s, temerosos de perder poder. A partir de ese momento –eran los años setenta–, se desató una guerra sin cuartel entre la Nco y sus enemigos. El resultado fue una ola de violencia inaudita, con cifras apabullant­es –los muertos se contaban por centenares– incluso para los parámetros mafiosos.

El conflicto se agudizó en 1980 tras el terremoto de Irpinia, que asoló buena parte de la región de Nápoles. Estaba en juego la captación de las ayudas públicas destinadas a la reconstruc­ción. Cutolo actuó rápidament­e y ganó, en un principio, cuotas de poder. Pero sus rivales, agrupados en ‘Nuova Famiglia’, replicaron y acabaron venciendo. Con todo, en esa misma época, la influencia de Cutolo estaba en un punto álgido: varios gerifaltes democristi­anos le visitaron en la cárcel para que intercedie­ra en el secuestro –obra de las Brigadas Rojas– de un concejal. El ‘capo’ logró su liberación a cambio de un rescate cuya cuantía aún se desconoce. En cambio, él nunca recobró la libertad porque no quiso arrepentir­se. La clave de tal negativa la da Roberto Saviano en ‘Il Corriere della Sera’: «El último capital de desesperac­ión que le quedaba era su historia, la de un líder, sin reino, sin fieles, sin nadie, pero su pasado como rey no quiso canjearlo por unos años de libertad».

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