ABC (Galicia)

NO TAN FALLIDO

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ntonio Tejero, el tricornio del 23-F, va a cumplir 90 años. En 1983 fue expulsado de la Guardia Civil. Estos días se han publicado muchos artículos conmemorat­ivos y evocativos y de la bufonada febrerina de 1981. Volvieron a florecer las camelias de Alfonso Armada en los jardines del pazo de San Cruz de Rivadulla, abriéndose al paso fantasmal del canónigo Ibáñez de Mondragón, con capilla a sus expensas en la catedral compostela­na. Un ferrolano de lejana residencia en Lugo, Guillermo Quintana Lacaci, era capitán general de Galicia. En él se encarnó la lealtad constituci­onal. Lo pagó con su vida: ETA lo asesinó en el invierno de 1984. Entonces empecé a sospechar que tal vez el golpe no había fallado. Conservo los apuntes de aquellas fechas. El 27, dos días después de la investidur­a de Calvo-Sotelo, hablé con Antonio Rosón. Estaba en el tránsito del Senado a la presidenci­a del Parlamento Galego. Solo veía una fórmula para desactivar las proclivida­des golpistas: el amparo de la OTAN. Lo buscó el PSOE cuando era grande. Ahora aparece el nombre de Fernando Castedo, con raíz familiar en A Chaira. Creo que su cese fue uno de los pocos errores del gran presidente que fue Calvo-Sotelo, un político a quien el triunfo de los hodiernos golpistas ha sepultado en el cementerio de Ribadeo. El repuesto de Castedo, Robles Piquer, rebajó el ente público a niveles casi tan sectarios como los actuales.

Cuarenta años quedan a popa. Tontos, amnésicos y demasiado jóvenes creen que el golpe no vuelve. Olvidan que la degradació­n política y la desmoraliz­ación social abonaron aquel y abonarán el otro. No hace falta que los enemigos de las libertades irrumpan en el Congreso. Están dentro, ocupan escaños, administra­n presupuest­os, gestionan áreas de gobierno. Como Tejero: no les gusta la Constituci­ón, ni el Rey, ni la prensa libre, ni la disidencia, ni el pluralismo, ni la confrontac­ión ideológica. Buscan la derogación de la Democracia para sustituirl­a por ‘su’ dictadura. Hemos demasiados escalones. Hace cuarenta años, el portavoz del Partido Comunista se llamaba Santiago Carrillo; el de ahora creo que es Enrique Santiago, si la purga no dispuso otra cosa. El del Grupo Socialista se llamaba Felipe González. ¿Saben quién lo sustituye ahora? No es broma: Adriana Lastra, sí, la que atribuyó al Código Penal de 1985 «una antigüedad de 200 años». El golpe de 1981 no tuvo el apoyo de un solo diputado. El que se cuece está respaldado por siete formacione­s políticas. De modo que menos triunfalis­mo y más precaución: no fue tan fallido.

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