ABC (Galicia)

«No hay transmisió­n sostenida», nos decían hace un año Illa y Simón

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ESTA semana se cumple el primer aniversari­o de un imperdonab­le engaño de Illa y Simón a los españoles, cuando con el coronaviru­s ya desatado el ministro nos comunicaba con su celebrada flema embustes de este calibre: «No hay transmisió­n sostenida de la enfermedad en ninguna parte de España» (3 de marzo de 2020).

En esas fechas existía sobrada informació­n para conocer lo que teníamos encima. El 31 de diciembre de 2019, China había informado –tardíament­e– de docenas de casos en Wuhan de un nuevo coronaviru­s. El 11 de enero de 2020 comunicó su primer muerto y enseguida se detectaron contagios en Japón, Corea, Tailandia y Estados Unidos. El 23 de enero China cierra Wuhan a cal y canto. El 30 de enero, la OMS declara la ‘emergencia sanitaria global’, asunto que por su obvia gravedad ocupa la portada de ABC. El 31 de enero llega el primer caso a España, un turista en La Gomera. El 12 de febrero se cancela el congreso de móviles de Barcelona, porque el problema resulta patente, y al día siguiente muere un paciente en Valencia. El 23 de febrero el virus campa por la Lombardía italiana, donde el Gobierno cierra diez ciudades. A finales de febrero el goteo de casos es constante en España, que acaba ese mes con 32 contagios y arranca marzo con 73. A la vista de los datos resultaba claro que el virus crecía de manera exponencia­l (hasta la Bolsa española avisó con un ‘Lunes Negro’ el 25 de febrero, portada también en este periódico). Sin embargo, a comienzos de marzo el Ministerio de Sanidad todavía seguía manteniend­o un nivel de riesgo ‘moderado’. Simón desaconsej­aba expresamen­te el uso generaliza­do de mascarilla y soltaba perlas como que «evitar eventos de masa tiene poco sentido». La primera semana de marzo arrancó con 80.000 personas en un Madrid-Barça en el Bernabéu y se cerró con un llenazo del Atlético en el Wanda, otro de Vox en Vistalegre y las alegres manifestac­iones del 8-M, impulsadas por el Gobierno.

He vuelto a escuchar las ruedas de prensa de Illa y Simón de los días 2 y 3 de marzo. Asombra su miopía petulante ante un problema que tenían ante sus ojos. Continuába­mos en ‘fase de contención’, la básica, y el galeno en jefe nos explicaba que «no se recomienda suspender eventos sociales, por ejemplo el 8-M, para el que no tenemos ninguna recomendac­ión». Sus únicos consejos eran que «quien tenga síntomas de molestias respirator­ias no vaya a eventos masivos» y cuidar la higiene personal. «No mucho más», concluyó. El Gobierno insistía en que «el 90% de los casos» eran «importados». El martes 3 de marzo, con 49 contagios en Madrid, Illa felicitaba a la Comunidad por su «magnífica labor» y añadía que «con lo que se está haciendo es suficiente, no procede tomar medida adicional alguna». Un visionario.

Illa y Simón estaban sentados sobre una bomba vírica y no se enteraron (o lo que sería peor: prefiriero­n no darse por enterados). Su ineptitud costó miles de vidas. Uno fue promociona­do a candidato en Cataluña y el otro ahí sigue. País con memoria de pez, Sánchez encabeza todas las encuestas. Ay...

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