Cuando los antisistema pasan a controlar el sistema
▶ La CUP, sin liderazgos visibles, arrastra el independentismo a la radicalidad La limitación de mandatos y el rechazo a la política profesional impiden a la CUP consolidar liderazgos
El ecosistema político catalán tiene muchas peculiaridades, pero hay una que ahora lo hace único: integrar en su seno a un partido que a la vez que alienta y justifica la violencia, es tratado de igual a igual por el resto de formaciones, al menos las independentistas, cuya mayoría en el Parlament depende de ese extraño artefacto político que es la CUP. Antisistemas dentro del sistema. Los nueve diputados que obtuvo la Candidatura de Unidad Popular en las últimas elecciones son de nuevo decisivos, del mismo modo que tras los comicios de 2015 la formación fue determinante para orillar a Artur Mas, investir a Carles Puigdemont y poner Cataluña rumbo al desastre de 2017.
A diferencia de entonces, la CUP, con no poco quebranto interno, debate ahora dar un paso mas allá para asumir responsabilidades institucionales, como podría ser la presidencia del Parlament, o, incluso, integrarse en el Govern, una posibilidad que alarma a la facción más antisistema en contraste con quienes ponen más acento en el independentismo. En cualquier caso, Cataluña se dispone a institucionalizar un partido que celebra el intento de quemar una furgoneta policial, asalta medios de comunicación o se dedica a hostigar al turismo. Muy honorables diputados de la XIII legislatura. Así están las cosas en Cataluña.
El partido menos predecible
Por su funcionamiento interno asambleario, y por la política seguida hasta ahora de limitación de mandatos, la CUP es probablemente el partido menos predecible del sistema catalán. Hasta 2019, los electos solo podían estar una legislatura en el Parlament, algo que se cambió para igualarlos a los ediles muncipales, con máximo de dos mandatos. Liderazgos como el de David Fernández, cabeza visible entre 2012 y 2015 –la legislatura en la que irrumpen en el Parlament y donde se hacen populares con escenas como la del citado Fernández amenazando con una sandalia a Rodrigo Rato–, no tienen recorrido precisamente por esa limitación de mandatos. Otras figuras como la de Antonio Baños tienen una duración incluso más efímera al chocar su criterio con el de las bases –él abogaba por permitir la investidura de Mas–, mientras que Anna Gabriel, decisiva
Exalcaldesa de Badalona y cabeza de lista el 14-F, se ha visto desautorizada en más de una ocasión por su partido.
Diputado en el Congreso, integra Poble Lliure, formación que pone el acento en el independentismo.
Líder del grupo parlamentario en la pasada legislatura, su bajo perfil contrasta con el de otros liderazgos.
Junto a Vehí y Gabriel, uno de los rostros más conocidos de la CUP. En el secretariado nacional por Endavant. en las jornadas clave de octubre de 2017, su trayectoria se ve truncada por su marcha a Suiza. La propia organización ha reconocido internamente que la poca duración de sus liderazgos, de lo que hacen bandera, es tanto su fortaleza como su debilidad, una apuesta también por los políticos no profesionalizados que les ha generado no pocos problemas.
Se ha podido constatar estas últimas semanas, cuando la candidata de la formación en los comicios del 14-F, la exalcaldesa de Badalona Dolors Sabater ha sido desautorizada y matizada una y otra vez por su propio partido. La última ayer mismo, cuando dio por hecho el desarme de los Mossos adelantando lo que por ahora solo es una base para negociar. Sin líder visible por decisión de la organización–no hay secretario general o presidente al uso–, la horizontalidad
Líder de la CUP en el Congreso, se integra junto a Anna Gabriel en Endavant Osan, partido anticapitalista dentro de la CUP.
Una de las portavoces de Arran, las juventudes de la CUP, protagonistas de ataques a medios e intereses turísticos. de la CUP es uno de sus rasgos definitorios. En sus juventudes, Arran, esta política se lleva al extremo de instaurar una suerte de portavocía colectiva.
«Hasta que caigan»
Nadie puede alegar ignorancia de lo que está por venir. Eran las 21.27 horas del sábado cuando Arran colgaban en las redes el siguiente comentario acompañando la foto de la furgoneta de la Guardia Urbana en llamas, tras ser atacada por la turba. «Hasta que caigan todos los responsables de nuestro malestar, los que nos dejan sin casa, sin empleo, nos reprimen y nos quitan toda perspectiva de futuro». Ya no se trataba de un comentario alegando que «las condenas a la violencia no valen para resolver los problemas gravísimos que generan esta violencia», como dijo la candidata Sabater, sino de un tuit directamente glorificando los ataques a la Policía. Solo un ejemplo del terreno dialéctico en el que desarrolla su actividad esta formación de modos y planteamientos extraparlamentarios ahora instalada en el tuétano de la política catalana.