La Kitchen clonó dos móviles de Bárcenas sin dejar rastro
▶ Las empresas de Villarejo tampoco tenían licencia para investigación privada
Los dos policías de la Comisaría General de Información que participaron junto al exjefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo Enrique García Castaño en el volcado de un móvil y una tablet del extesorero del PP Luis Bárcenas explicaron ayer como testigos en la Audiencia Nacional que el proceso se hizo con prisas en una cafetería y sin que mediase autorización judicial ni quedase rastro alguno. No se levantó acta ni se inscribió lo actuado en ningún registro o base policial.
Según informaron en fuentes jurídicas a ABC, en la cita participó, además de García Castaño, el confidente de la trama, el chófer de Luis Bárcenas, Sergio Ríos, que se presentó en el Vips donde les habían convocado con dos dispositivos en una bolsa de plástico. En aquel momento, no sabían que se trataba de él como tampoco sabían que los aparatos eran de Bárcenas y se limitaron a proceder al volcado tal y como les había indicado García Castaño que hicieran.
Conforme a su relato, del que ya dieron cuenta en sede policial, procedieron allí mismo a volcar el contenido de los dispositivos, un móvil y según creían recordar, un iPad, y lo hicieron con un software avanzado que puede acceder a la información sin necesidad de que los aparatos estén siquiera encendidos.
De lo que hiciera después con ese contenido García Castaño poco aportaron, porque según señalaron, su participación acabó ahí: no entregaron el pendrive con el volcado de los móviles al entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, y si bien conocían que se había comprado un ordenador portátil para él y participaron en la instalación del mismo, no lo relacionaron en absoluto con la operación Kitchen. En concreto, señalaron que su misión era preparar aquel portátil con un software específico para el uso del secretario de Estado, pero al margen de este o cualquier otro operativo. No es de extrañar. García Castaño viene declarando que fue él personalmente y en solitario quien entregó aquella información a Martínez y que aquel ordenador, de cuya compra consta una factura con cargo a los fondos reservados, no era sólo para Kitchen, sino para mostrarle todo tipo de datos que requerían un acceso discreto y, sobre todo, offline. Martínez en esto le da la razón, pues el ordenador existió, pero niega haber consultado en él nada relativo al operativo sobre Bárcenas, pues defiende que su conocimiento del asunto era puntual. En todo caso, asegura, como García Castaño, que el operativo era lícito.
Tándem contra el reloj
Mientras avanza la investigación de estos flecos de Kitchen, el juez ha aceptado tomar declaración al perito del exministro Jorge Fernández Díaz, el mismo que puso en duda la autenticidad de los SMS que según Martínez, él le había enviado reflejando que conocía la investigación. Cabe recordar que esos mensajes a efectos del sumario sólo existen en las actas notariales que Martínez levantó para dejar constancia. No han aparecido ni en su móvil ni en el de quien fuese su jefe, entre otras cosas, porque los terminales que ha analizado el juez no son los que usaban en la época de los hechos.
Más allá de Kitchen, el caso Villarejo sigue creciendo y ahora, contra el reloj, con la perspectiva de que el comisario saldrá en libertad, como muy tarde, en noviembre. En total, se han incoado ya 30 piezas separadas de las que la mitad, aproximadamente, siguen vivas y se han visto afectadas por un nuevo informe de Asuntos Internos adelantado ayer por ABC. Concluye que ninguna de las 29 empresas del entramado de Villarejo contaba con permiso para prestar servicios de investigación privada, es decir, además del posible cohecho por simultanear el negocio particular con su condición de funcionario, los trabajos de detective que hacía para terceros ni siquiera tenían la mínima cobertura legal.