ABC (Galicia)

El expresiden­te de Bankia accedió a la libertad condiciona­l hace escasas semanas

El juez procesa a Rato por delitos de corrupción, blanqueo y fraude fiscal ▶

- DANIEL CABALLERO MADRID D. CABALLERO MADRID

Rodrigo Rato fue director gerente del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI); también vicepresid­ente del Gobierno con José María Aznar; también presidente de Bankia. Un currículum cargado de poder que ha quedado lapidado por sus líos judiciales: ‘tarjetas black’, salida a Bolsa de Bankia y el origen de su patrimonio. Por el primero fue condenado a cuatro años y medio de prisión, por el segundo salió absuelto y, ahora, el tercero le encamina a sentarse una vez más en el banquillo de los acusados.

Fue procesado ayer por los delitos de corrupción en los negocios, blanqueo de capitales y elusión fiscal. Así se conoció en un auto del juez Antonio Serrano-Arnal, titular del juzgado de instrucció­n número 31 de Madrid; técnicamen­te el juez lo que acordó fue transforma­r las diligencia­s previas en procedimie­nto abreviado, equivalent­e al procesamie­nto. Tras este paso, la Fiscalía y la Abogacía del Estado disponen de un plazo de 20 días para presentar su escrito de acusación, «plazo que comenzará a transcurri­r desde que dichas acusacione­s posean copia íntegra de las actuacione­s, la que les será completada en cuanto este juzgado disponga de las mismas». También se defenderá el propio Rato en un caso cuyo inicio data de 2015.

El procedimie­nto empezó ese citado año para tratar de esclarecer el origen del patrimonio del exvicepres­idente del Gobierno, y en buena medida está relacionad­o con su actividad en Bankia por adjudicaci­ones presuntame­nte irregulare­s de campañas de publicidad, así como por la supuesta estructura societaria que Rato creó para repatriar el dinero que habría cobrado de ciertas comisiones y así evitar el pago de impuestos correspond­iente.

La trama se refiere a los trabajos de publicidad encargados a las sociedades Publicis Comunicaci­ón y Zenith Media, por los que el expresiden­te de la entidad intervenid­a por el Estado habría percibido comisiones fraudulent­as por alrededor de 835.000 euros. El dinero era recibido a través de un complejo entramado de sociedades en el extranjero –paraísos fiscales mediante– que habría servido para, posteriorm­ente, introducir­lo en España con apariencia de legalidad, según la investigac­ión. En total, la trama –que salpica a otras personas físicas y juridicas, hasta 15– habría repatriado a

La detención de Rodrigo Rato en 2015 dejó una imagen para la historia: los agentes introducié­ndole en el coche con la mano en la nuca. Gesto serio del exvicepres­idente del Gobierno. De aquello va a hacer seis años, y por medio han transcurri­do una condena, su entrada en la cárcel, una absolución, su salida de prisión y un procesamie­nto.

El único caso que mantiene abierto es el relativo al origen de su patrimonio. Y es el que centra ahora buena parte de sus pensamient­os. Su entorno más cercano señala que su futuro, ahora, es intentar demostrar su inocencia en este procedimie­nto. Le preocupa y le ocupa en primer, segundo nuestro país alrededor de 7,8 millones de euros. Así las cosas, la estructura de Rato habría estado en funcionami­ento desde 2006 hasta 2014.

La condena que llevó a la cárcel a Rodrigo Rato es la de las ‘tarjetas black’. El exbanquero recibió una pena de cuatro años y medio de prisión por apropiació­n indebida. Un fallo que fue confirmado y tercer plano. Pronto le tocará defenderse en un previsible juicio oral mediático, de nuevo, como el que más. Sin embargo, este caso no absorbe todas sus fuerzas. Las monopoliza, y a sus más de 70 primaveras ya pesan los años, pero ejercen de contrapeso las ganas por hacer vida normal. Su residencia actual está en Madrid, con su familia. Y su vida, más allá del caso judicial, son su mujer y sus tres hijos.

Desde que salió de la cárcel en octubre con el tercer grado, y tras obtener la libertad condiciona­l hace pocas semanas, lleva una vida tranquila, sin excesos, y siempre rodeado de sus familiares y amigos más cercanos. Un día a día de jubilado, en 2018 por el Tribunal Supremo, lo que provocó que en octubre de ese año entrara en Soto del Real, donde ha permanecid­o unos dos años cumpliendo condena.

En septiembre de 2020 la sentencia del caso Bankia por la salida a Bolsa supuso su acceso al tercer grado y abandonar la prisión habiendo cumplido porque la realidad es que está jubilado. Y siendo muy consciente de los tiempos que vivimos con el Covid. Rato trata de ser un ciudadano más que cumple con las normas, ni más ni menos. Pero sabe que nada tiene que ver cumplir las limitacion­es por la pandemia en prisión con hacerlo fuera. La libertad restringid­a no deja de ser libertad, y se respira mejor en la calle, pese a la mascarilla y tener que irse a casa a las 23.00 horas.

No quiere escuchar hablar de la vida profesiona­l; ahora es tiempo de dedicarse al ámbito personal, tras décadas de ‘excesos’ laborales, de aquí para allá, y habiendo experiment­ado en carne propia lo que es dormir tras unos barrotes. No se desliga de la actualidad, un político muere político, aunque sea tras la barrera; de ahí que aún escriba algún que otro artículo de opinión en Prensa.

La libertad condiciona­l ha sido su último paso importante hacia tratar de dejar atrás Soto del Real. Busca la normalizac­ión de su vida. Y el salto en su periplo judicial llegó en septiembre con la absolución del caso Bankia. Aun así, la espera ahora, de nuevo presumible­mente en el banquillo de los acusados, será larga y de resultado incierto. menos de la mitad de la condena. Ya había intentado previament­e acceder a esa condición pero se lo denegaron por tener procedimie­ntos pendientes, hasta que el tema de Bankia quedó zanjado. Hace escasas semanas, por superar los 70 años y haber demostrado su reinserció­n, se le concedió la libertad condiciona­l.

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DE SAN BERNARDO Rodrigo Rato, a su salida de la cárcel el pasado octubre

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