Escuela de agentes contra los nazis
Almeida resultó contingente y necesario en ‘El hormiguero’
A primera vista, lo que ocurre en ‘X Company’ parece una fantasía de Tarantino. Un grupo de agentes secretos reclutados de todas las áreas posibles y entrenados en Canadá se infiltran entre los nazis para derrotar a Hitler. La Escuela 103 de Entrenamiento Especial, más conocida como Camp X, existió de verdad, sin embargo. Estaba situada a orillas del lago Ontario y formó a medio millar de jóvenes, entre ellas un número significativo de mujeres, entre 1941 y 1944.
‘X Company’ narra las peripecias de cinco de estos agentes (canadienses, estadounidenses y británicos), interpretados por actores más familiares que conocidos: Evelyne Brochu (‘Orphan Black’), Jack Laskey (‘Endeavour’), Warren Brown (‘Luther’), Connor Price (‘Being Human’), Dustin Milligan (‘90210’) y Hugh Dillon (‘Flashpoint’).
Sus creadores, Mark Ellis y Stephanie Morgenstern, logran un producto muy entretenido, aunque todo es tan trepidante y el acabado resulta tan limpio que sus virtudes socavan un poco la credibilidad. Uno de los protagonistas, Jack Laskey, da vida a un agente que combina una memoria prodigiosa con graves problemas para trabajar sobre el terreno, porque los ruidos le afectan demasiado. De algún modo, su rareza es casi un estereotipo. La serie es una producción de la CBC, televisión pública canadiense, que emitió sus tres temporadas entre 2015 y 20917.
Camp X fue fundado por William Stephenson, también conocido como Intrépido. Se cree que este militar canadiense inspiró a Ian Fleming, quien se formó en el Campamento X, para crear a James Bond. El campamento también se adelantó a la CIA, fundada en 1947, en la formación de espías.
EL CINE EN TELEVISIÓN
icen que Miguel Ángel Rodríguez tiene un ojo puesto en la Puerta del Sol y otro en la Moncloa. Que quiere llevar allí a Díaz Ayuso. No me consta que quiera llevarla a ‘El hormiguero’. Y después de Almeida lo entiendo. Tendrá que esperar a que se pase el efecto Almeida, que ríete del de Illa. «Divertidísima» dijo Almeida que era Isa. En el juego que le pusieron eligió ir con ella de cañas. A Cayetana Álvarez de Toledo la eligió para que le atara la cuerda de hacer puenting y a Pablo Iglesias para cometer un atraco. Que el alcalde de Madrid triunfó en el programa de Motos es quedarse corta. Y no sólo por la audiencia (22% de cuota de pantalla y 3.880.000 espectadores). Más bien porque, como un político americano, sabe qué hay que hacer en la televisión de entretenimiento. «Si fuera un programa político me colgaba del larguero y no daba un titular». Y no digo que los programas políticos no sean de entretenimiento. Lo que no son es serios, desde luego. Yolanda Ramos
Dtambién es muy graciosa (estaba en lo de Rovira, en La 1) pero no la veo capaz para la política. Lo de Almeida parece evidente. Y su actuación tiene más importancia porque no estamos en campaña (aunque siempre lo estemos). Se ríe de sí mismo (lo primero que hicieron Motos y él fue medirse, a ver quién era más bajo; ganó Almeida). Dijo no entender lo de no tener novia con su físico. Cantó por Julio Iglesias con Latre disfrazado de Almeida. Dijo ser latino (de comer de latas). En algún momento, Motos le soltó: «Qué listo eres». No estará acostumbrado. Almeida es un tipo como Juan del Val, de los que caen bien a todo el mundo (o al menos no genera el rechazo de otros u otras, por mucho cara y lo que rima con olla que le digan, cosa que sólo le molestó cuando se lo dijeron unos chavales que no tenían ni 18 años). Sus críticos (no digo gente de Podemos o el PSOE), los que se molestan porque no saben qué le ven otros a Almeida, podrán decir que no es Disraeli. Pero miremos alrededor. A la política española. O a ese PP que es un pollo sin cabeza. Y ya me gustaría a mí haber visto a Disraeli en ‘El hormiguero’.
Dominio del medio Como un político americano, sabe qué hay que hacer en la televisión de entretenimiento