Traslados, propaganda y ninguneo, los reproches de las víctimas
«¿Qué armas ha entregado ETA... eso es falso, les han sido incautadas?». La pregunta se la hacían ayer en Covite después de escuchar a Pedro Sánchez proclamar que «quien entrega las armas acepta la derrota», en alusión a ETA. Lo hacía en el acto en el que por la mañana presidió una destrucción simbólica de armas de la banda, al que esta asociación de víctimas que encabeza Consuelo Ordóñez no acudió por entender que nada hay que celebrar cuando se trata de las armas con las que asesinaron a sus familiares.
Tampoco aceptó la invitación a la ceremonia el colectivo Dignidad y Justicia por considerar que se les convocaba a un mero acto propagandístico y una escenificación.
La política de cortejo con Bildu del Gobierno y sus consecuencias –el fin de la dispersión de presos, ahora las intenciones de despenalizar los homenajes– están haciendo mella en las víctimas. Sí fue al evento de este jueves la AVT, asociación mayoritaria de las víctimas con 4.800 afiliados, pero su presidenta, Maite Araluce y su consejero, Miguel Folguera, aprovecharon el término del acto para hablar unos minutos con Sánchez y recriminarle que esté acercando al
País Vasco a etarras. Terroristas que no han colaborado con la justicia para esclarecer la autoría material o intelectual de cientos de asesinatos. En la conversación también estuvo presente el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Al margen, la AVT pidió a Sánchez que el metal resultante de la fundición de las 1.337 armas destruidas ayer se utilice para fabricar placas de homenaje a las víctimas del terrorismo.
No olvidan las asociaciones de víctimas que, a pesar de las solicitudes que le han cursado, el presidente del Gobierno no les ha recibido nunca. Sólo estuvo con ellos ayer y en 2018, cuando se quiso dar realce a la entrega por parte de Francia de archivos y armas de ETA en un evento público, al que fue invitada la comunidad de la lucha antiterrorista.
Fractura El cortejo del Gobierno a Bildu y sus consecuencias están haciendo mella entre las víctimas